Miuras. Como es habitual, el encierro del domingo en los Sanfermines fue protagonizado por toros de la ganadería Miura - Reuters

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Pamplona amaneció ayer abarrotada por miles de visitantes que acudieron a disfrutar de los Sanfermines durante el fin de semana y que, tras descansar unas horas en parques y jardines y algunos con más suerte y dinero en los repletos hoteles, fueron abandonando la ciudad a lo largo del día. La aglomeración se notó ya desde la mañana en el quinto encierro de las fiestas, corrido como es habitual en domingo por toros de la ganadería de Miura, cuyo comportamiento noble los hace idóneos para las carreras más concurridas.
Y un año más se cumplió lo esperado pues, pese a la masiva participación, el encierro sólo dejó cuatro mozos trasladados a centros hospitalarios, tres de ellos por traumatismos leves y el cuarto por asta de toro, aunque no reviste gravedad y su pronóstico es reservado.

Se trata del pamplonés de 37 años Juan Pedro Lecuona, un corredor habitual del encierro, quien sufrió una herida por asta de toro en la cara anterior del muslo derecho sin afectación vascular y cuyo pronóstico no reviste gravedad. Nada más terminar la carrera, se produjo el relevo de quienes toman la calle en las fiestas, de forma que quienes habían pasado la noche de juerga cogieron con ganas la cama en el mejor de los casos o buscaron un lugar tranquilo en parques y jardines o en los propios vehículos en los que habían venido para descansar unas horas antes de emprender en su caso el viaje de vuelta a casa.

Así también, la estación de autobuses y de tren vivieron ayer el trasiego de viajeros, especialmente de los que abandonaban Pamplona, con el pañuelo rojo al cuello y en sus caras los efectos del cansancio de una divertida estancia. Sin embargo, con una fisonomía que evidencia las más de 120 horas seguidas de fiesta transcurridas desde el chupinazo del 6 de julio, los malos olores se acumulan en muchos de los rincones de Pamplona pese al esforzado trabajo de los servicios de limpieza, impotentes ante las miles y miles de personas que desde hace días hacen de la calle su única ubicación, y allí comen, beben, bailan y disfrutan.

Y ayer domingo no fue diferente, ya que el calor sigue acompañando a los sanfermines de 2010 e invitando cada mediodía a tomar el aperitivo en la calle, verdadero epicentro de la fiesta, que ayer tarde se reforzó con el partido de la selección española de fútbol en la final del Mundial de Sudáfrica, para el que se habilitó una pantalla gigante en la plaza del Castillo.