El canciller y candidato socialdemócrata a la reelección, Olaf Scholz, aseguró que el autor del atentado de la capital de Baviera «será condenado y deportado antes de que termine de cumplir la condena». Subrayó además la necesidad de realizar «más deportaciones», señalando que bajo su Gobierno han aumentado en un 70 %, pero reconoció que «no es suficiente». También defendió proyectos de su Ejecutivo para aumentar las competencias de la Policía, aunque quedarán inacabados.
Por su parte, el ministro de Economía y candidato verde, Robert Habeck, enfatizó la urgencia de una «gran ofensiva de seguridad» para implementar las 350.000 órdenes de detención abiertas que existen en Alemania y acelerar los procedimientos judiciales.
Polémica en torno a la migración
La candidata ultraderechista Alice Weidel generó controversia al afirmar falsamente que el detenido por el atropello de Múnich hubiera tenido que ser expulsado a Afganistán y que vivía de ayudas sociales, cuando las autoridades informaron que contaba con permiso de residencia y trabajaba. Sin embargo, aseguró que su partido, Alternativa para Alemania (AfD), propugna una «cultura de la bienvenida» para extranjeros «cualificados y que pagan impuestos», en contraposición de solicitantes de asilo, algo que algunos de los mismos electores alemanes presentes en el plató se ocuparon de afearle.
Durante los 140 minutos de programa, se trataron temas como la deuda pública, los precios de la energía, los temores de desindustrialización, la lucha contra el cambio climático y la situación tras la disposición de la administración Trump a negociar con Moscú el fin de la guerra en Ucrania.
Tanto Scholz como el favorito en las encuestas, el democristiano Friedrich Merz, aseguraron que la noticia no les sorprendió y recalcaron la importancia de una respuesta europea unitaria. Merz advirtió que Putin sueña con una «Gran Rusia» y si se le apacigua atacará a los países bálticos. «Con Crimea hace diez años nos equivocamos. Si en diez años miramos atrás y vemos que otra vez nos equivocamos, el precio será todavía más grande», sentenció.
Merz reiteró personalmente a Weidel que su bloque conservador no pactará con la AfD, segunda en las encuestas, mientras ella aseguraba, esforzándose por sonreír, que su formación estaría encantada de coaligarse con los conservadores. Estas elecciones en Alemania se perfilan como unas de las más reñidas en años, con un electorado polarizado y preocupado por múltiples desafíos internos y externos.
El atropello múltiple en Múnich, presuntamente perpetrado por un inmigrante, reavivó el debate sobre la política migratoria y de seguridad, terreno en el que la ultraderecha busca capitalizar el descontento, y se suma a la tensión suscitada por un ataque mortal con cuchillo en otra ciudad de Baviera, hace algunos días.
En cualquier caso, los principales candidatos a las elecciones federales alemanas se esforzaron por abordar un amplio abanico de cuestiones que inquietan a sus votantes, desde la inflación, el crecimiento económico y el coste de vida hasta el futuro de la industria y el papel de Alemania en el escenario geopolítico, con la guerra de Ucrania como telón de fondo.
La aparente disposición del bloque conservador a mantener un cordón sanitario frente a la AfD, pese a su ascenso en las encuestas, refleja la voluntad de preservar el consenso democrático en un contexto de creciente polarización y auge de los populismos extremistas y ultras. Queda asistir a la evolución de la opinión pública en los días previos a la cita con las urnas, para advertir cómo incidirán en el sentido del voto incidentes como el de Múnich, con un impacto significativo en las preferencias y preocupaciones del electorado. Lo que está en juego no es sólo la composición del próximo gobierno, sino el rumbo que tomará Alemania en un momento de grandes desafíos para Europa y el mundo en su conjunto.
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