Michaela Spritzendorfer acudió con un grupo de amigos el pasado miércoles a ese centro situado en la frontera con Serbia para entregar alimentos, ropa y medicinas que habían reunido para los refugiados.
Tras entregar la comida y la ropa, le indicaron que debía entregar los medicamentos en el Campo Röszke 1, donde subió a la primera planta y desde allí grabó lo que sucedía durante el reparto de alimentos a las 20.00 horas en el patio inferior.
En las imágenes se observa cómo los policías húngaros, algunos con cascos antidisturbios y mascarillas sanitarias, arrojan bocadillos a varias decenas de personas de forma aleatoria, con mujeres y niños observando la situación mientras una multitud de hombres lucha por alcanzar la comida.
Los reunidos hacen gestos con las manos para atraer la atención de los policías y así conseguir que les lancen un bocadillo.
«No podía creer lo que veía», explicó a Efe Spritzendorfer.
«Tras un segundo te das cuenta de que lo que ves son personas, mujeres, familias con niños. Y la masa de gente en medio. Entonces te das cuenta de que les arrojan bocadillos. Saqué la cámara y lo grabé, porque me pareció totalmente irreal», aseguró.
La policía húngara informó este viernes de que ha abierto unainvestigación interna para aclarar los hechos.
La activista consideró que la situación allí es «indigna», «inhumana» e impropia de los valores que Europa dice defender.
«Es indigno que a personas que han pasado meses huyendo de la guerra y que llegan a Europa buscando seguridad se las trate como a animales, con policías arrojándoles bocadillos porque son incapaces de organizarse para entregar a 150 o 250 personas un bocadillo», criticó la activista.
Spritzendorfer entiende que el campo no está abierto a la prensa dada la catastrófica situación que se puede observar en ese vídeo.
La activista abogó por mejorar las condiciones de los campos de refugiados y abrirlos a organizaciones como Amnistía Internacional o Médicos Sin Fronteras.
También solicitó que se abran las fronteras para permitir que los refugiados lleguen a Europa y recordó que la solidaridad de la sociedad civil europea está muy por delante de la respuesta de la clase política del Viejo Continente.
La organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) denunció en un comunicado las condiciones «inhumanas e insostenibles» en las dependencias de Röszke.
«La situación de los inmigrantes y solicitantes de asilo en Hungría es inhumana e insostenible. El Gobierno húngaro, con la ayuda de los gobiernos de la Unión Europea (UE) y los socios de Naciones Unidas, debería adoptar medidas para poder cumplir con sus obligaciones de proteger a las personas y tratarlas de una forma humana», dijo Peter Bouckaert, director de emergencias de HRW.
La organización denuncia que en Röszke los refugiados tienen que pasar hasta días en condiciones precarias, con mugre, sufriendo hambre y sin asistencia médica.
HRW, que cita a refugiados en Röszke, señala que éstos llamaron la atención sobre casos de refugiados que han sufrido ataques cardíacos o convulsiones y hasta de «recién nacidos con fiebre alta y vómitos que no recibieron asistencia médica».
Las condiciones en las instalaciones de Röszke indican que las autoridades húngaras, incluida la policía, no son capaces de alojar y alimentar al creciente número de solicitantes de asilo e inmigrantes de una manera humana, señala HRW.
El Gobierno húngaro está construyendo una valla para sellar su frontera meridional con Serbia y la semana que viene entra en vigor un paquete de medidas legales que tiene como fin frenar la llegada de miles de refugiados que huyen de conflictos en Oriente Medio.
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