Los síntomas incluyen enrojecimiento intenso de la piel, ampollas, dolor, fiebre, náuseas, deshidratación, mareos y, en casos extremos, desmayos. Este tipo de reacción es más común en personas de piel clara y en aquellas con antecedentes familiares de cáncer de piel, aunque cualquiera puede verse afectado si no toma las precauciones necesarias.
Para prevenir el envenenamiento solar, es fundamental aplicar protector solar de amplio espectro con un SPF de al menos 30, reaplicándolo cada dos horas y después de nadar o sudar. Además, se recomienda evitar la exposición solar durante las horas pico, de 10 a.m. a 4 p.m., y usar ropa protectora como sombreros de ala ancha y camisas de manga larga. También es importante mantenerse bien hidratado y buscar sombra siempre que sea posible.
El tratamiento del envenenamiento solar implica medidas para aliviar el dolor y la inflamación. Esto incluye tomar baños fríos, aplicar cremas con esteroides y, en casos más graves, tomar esteroides orales o recibir líquidos intravenosos para combatir la deshidratación. Evitar rascarse las ampollas y mantener la piel limpia y seca son pasos cruciales para prevenir infecciones secundarias.
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