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La costumbre de tomar 12 uvas con las 12 campanadas al dar la bienvenida al Año Nuevo es una tradición en España, además de otros países. A lo largo de los años, esta práctica ha sido adoptada y se ha mezclado con los rituales propios de cada región, pero ¿de dónde proviene esta peculiar manera de celebrar la llegada del nuevo año?

Orígenes de la tradición: España

La historia nos mantiene en España, donde la costumbre de las 12 uvas tiene sus raíces. Aunque hay varias teorías sobre el origen exacto, la más aceptada remonta a finales del siglo XIX en la ciudad de Alicante. La abundante cosecha de uvas de la región llevó a una iniciativa comercial para deshacerse del excedente al final del año. La práctica está documentada desde el año 1894 (periódico El Siglo Futuro, artículo titulado 'Las uvas bienhechoras'), pero se convierte en algo popular a partir de 1909.

Las uvas, además de convertirse en un símbolo de buena suerte, es una fruta barata y de la que habitualmente existía excedente de los cultivos, lo que resultaba en una combinación con beneficios socioculturales y también económicos para el sector primario.

Evolución y popularidad de las 12 uvas

En la hipótesis más sostenida, la tradición se extendió desde Alicante rápidamente por toda España. A mediados del siglo XX, las campanadas y las uvas ya eran una parte integral de las celebraciones de Año Nuevo en el país. La transmisión televisiva en 1962 desde la Puerta del Sol de Madrid catapultó definitivamente la costumbre, si bien ya era conocida en todo el territorio español a través de las transmisiones radiofónicas.

Las 12 uvas en otras partes del mundo

La diáspora española llevó la tradición a América Latina, donde, con el tiempo, se fusionó con otras costumbres locales. En países como México, Ecuador, Perú o Venezuela, la gente toma las 12 uvas, pero en algunas regiones, se añaden rituales adicionales para atraer la prosperidad y la buena suerte.

Aunque la tradición está muy arraigada en la cultura española, la sincronización exacta con las campanadas ha resultado ser un desafío cada año. En algunos lugares, se han implementado sistemas para facilitar la coordinación, como relojes públicos o incluso aplicaciones móviles para llevar un registro de cada uva consumida y asegurarse de realizar la tradición a tiempo.