La Audiencia Provincial de Hildesheim (norte de Alemania) redujo hoy a 200.000 euros la multa que se le había impuesto al príncipe Ernesto Augusto de Hannover, esposo de Carolina de Mónaco, por agresión al propietario alemán de una discoteca en Kenia.
El presidente del tribunal, el juez Andreas Schlüter, señaló en su sentencia tras 26 días de proceso que no había sido posible reconstruir completamente lo sucedido en enero de 2000 en Kenia y lamentó que el príncipe convirtiera el juicio en una cuestión de honor.
Originalmente, Ernesto Augusto de Hannover había sido multado con 445.000 euros pero recurrió la sentencia y forzó el segundo proceso en el que Carolina de Mónaco declaró como testigo, convirtiendo esa sesión en la mas concurrida de todo el proceso.
La agresión se remonta a casi diez años atrás, cuando el príncipe se personó en la discoteca, situada cerca de su residencia en la isla de Lamu, muy molesto con el ruido que provocaba el local, y agredió a su propietario.
El propietario de la discoteca, Josef Brunlehner, afirmó que el marido de Carolina de Mónaco le había dado una paliza con un puño de hierro.
Las imágenes de Brunlehner ensangrentado, en un hospital de Mombasa, dieron la vuelta al mundo. El caso generó una retahíla de recursos judiciales, entre ellos una querella del marido de Carolina contra su entonces defensor, al que despidió después de que el letrado argumentara como atenuante que el príncipe actuó bajo los efectos del alcohol.
Además de rebajar el castigo pecuniario contra el príncipe, el juez alemán subrayó que Ernesto Augusto de Hannover ya no puede ser acusado de haber agredido al propietario de la discoteca con un puño de hierro, como afirmaba la víctima.
Los golpes que le propinó el noble «no fueron decentes, pero tampoco desenfrenadamente brutales», dijo el presidente del tribunal al finalizar el proceso.
El juez asumió así la declaración que hizo el pasado 13 de enero ante el tribunal de Hildesheim la princesa Carolina, quien, al describir la escena, comentó: «Le dio dos bofetadas con la mano plana. Y le dijo: una por la música, la otra por las luces».
«No ha habido un claro vencedor», afirmó el juez al leer su sentencia, en la que comentó que las dos partes exageraron su descripción de los hechos, con lo que cuestionaron su propia credibilidad.
Asimismo señaló que tanto el príncipe Ernesto Augusto de Hannover como la princesa Carolina de Mónaco manifestaron una clara tendencia a minimizar lo sucedido.
Tras señalar que el príncipe quiso cuestionar el proceso como un ataque a su honor, el presidente del tribunal expresó su sorpresa por el hecho de que no haya acudido a una sola de las sesiones para defenderse personalmente de las acusaciones vertidas en su contra.
«Cuando se trata del propio honor se puede exigir una mayor implicación personal», dijo el juez Schlüter, quien echó en falta la presencia del acusado durante la lectura del veredicto.
La isla de Lamu, en el norte de Kenia, es un refugio privilegiado de millonarios dado que apenas hay ruidos, pues está prohibido el tráfico de automóviles.