El rayo verde
Traidores
Hubo un tiempo, en los años sesenta y setenta, en los que el mundo atravesaba la guerra fría con el miedo metido en el cuerpo y la izquierda acaparaba el monopolio de la superioridad moral. Mientras lo conservador se asociaba a la caza de brujas de McCarthy, a la dictadura de Franco, a los rescoldos del nazismo todavía cercano, la intelectualidad se bañaba de izquierdismo y brotaban aquí y allá alegres movimientos ecologistas, naturistas, librepensadores y, sobre todo, pacifistas. La inolvidable «Hair» de Milos Forman retrataba muy bien todo aquello. En España, como hasta las ideas llegaban con retraso, los efluvios del hipismo nos alcanzaron más tarde y muerto el dictador, fueron los ochenta cuando nos tocó lidiar con la traición de entrar en la OTAN y tuvo que ser un conservador, Aznar, quien se encargara de eliminar para siempre la mili. Ha llovido mucho desde entonces, la moralidad de la izquierda se ha ido por el retrete y de la defensa de la paz y del planeta parece que no va a quedar nada. Los antiguos países comunistas se han convertido en caricaturas y en la mitad de las viejas repúblicas soviéticas domina el islam. Así, vemos cómo los antaño legendarios Verdes alemanes venden su alma al diablo pactando a cambio de «dinero para el clima» su apoyo al rearme bestial de su país y en España, apenas Izquierda Unida –cuatro gatos–, ERC y Podemos se mantienen firmes en su alegato pacifista. El mundo se ha convertido en una absoluta mierda en cinco minutos y, aunque muchos culpan a Donald Trump, no parece que esto se haya cocido en los dos meses que lleva de mandato. Quizá sea cierto eso de los ciclos y ahora toca someterse a tarugos de la talla de Milei y a serpientes como Pedro Sánchez.
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