Les coses senzilles
Un año de mortadela
Hace ya algún tiempo en este lugar mi padre me daba un bistec dentro de un panecillo para desayunar. Mi padre era cocinero y podía hacer estas cosas incluso en las postrimerías de los años cincuenta, cuando, según él, aquel bistec costaba lo menos siete pesetas. Si el bistec era muy aparente, me decía: «Este es un bistec de Capitán General con Mando en Plaza». Él debía de saber estas cosas, porque durante la guerra civil, mientras los soldados y los voluntarios se mataban en el frente, los capitanes generales con mando en plaza comían buenos bistecs. Las cosas siempre han sido así. El pez gordo se come al chico. Eran tiempos difíciles. Lo normal era desayunar pan con aceite y sal, pa amb tel o a lo sumo pan con tomate. Por cierto, la leche había que hervirla para que no se agriara, y formaba en la superficie esa capa de nata que espolvoreada con azúcar sobre el pan hacía las delicias de los niños (y de las niñas). Eso también era diferente, por «niños» se entendía niños y niñas, y en lugar de decir para todos y para todas, o viceversa, se decía, simplemente, «para todos». Hoy algunos dicen, por contra, «para todas». Entonces las mujeres lo tenían aún más difícil. Se echa de ver que las cosas han cambiado.
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