Levantando el velo

Feminismo activo del PP

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El Partido Popular ha desempeñado un papel clave en la promoción de la mujer en la política española, impulsando figuras femeninas que han marcado hitos históricos en la democracia del país. Frente a quienes buscan monopolizar el discurso feminista, los populares podemos exhibir logros concretos que reflejan nuestro compromiso con la igualdad real y efectiva.

Uno de los primeros hitos en la incorporación de la mujer a la alta política española se produjo con Soledad Becerril, que en 1981 se convirtió en la primera mujer ministra de España con UCD, formación de la que más tarde surgiría el PP. Su trayectoria no terminó ahí, ya que también fue la primera mujer en ocupar el cargo de Defensora del Pueblo, consolidando su papel como referente institucional.

En el ámbito autonómico, Esperanza Aguirre marcó un antes y un después al convertirse en la primera presidenta de una comunidad autónoma, liderando la Comunidad de Madrid. Aguirre también rompió otra barrera al ser la primera mujer en presidir el Senado, demostrando que la capacidad y el liderazgo no tienen género.

Por otro lado, el Congreso de los Diputados también ha contado con una presidenta pionera del PP: Luisa Fernanda Rudi, quien asumió la dirección de la Cámara Baja, otro logro que evidencia el compromiso del Partido Popular con la igualdad de oportunidades para las mujeres en los más altos cargos de representación. Lo propio ocurrió con Ana Botella primera mujer elegida alcaldesa de Madrid, capital de España.

Esperanza Aguirre y Loyola de Palacio. Foto: blogspot.com

A nivel europeo, España tuvo su primera comisaria en la Comisión Europea con Loyola de Palacio, una política del PP que dejó una impronta fundamental en el ámbito internacional, demostrando la capacidad de las mujeres españolas de su buen hacer para liderar en las instituciones comunitarias.

Asimismo, el PP ha sido clave en la defensa de los intereses de todas las regiones de España, incluyendo el País Vasco. En este sentido, Pepa Lafuente se convirtió en la primera mujer vasca en representar y defender a sus conciudadanos en el Congreso de los Diputados, reafirmando que la presencia femenina en la política no es una cuestión de cuota, sino de mérito y compromiso.

Mientras el Partido Popular ha promovido la igualdad real a través de hechos concretos, la izquierda ha demostrado una notable hipocresía en su discurso feminista. Se presentan como los grandes defensores de la mujer, pero sus propias acciones desmienten sus palabras.

Ejemplos recientes muestran como algunos de sus dirigentes han estado y están envueltos en presuntos escándalos de corrupción y comportamientos indignos, hoy judicializados, traicionando los valores que dicen defender. Casos como el de «Tito Berni», con su trama de prostitución y corrupción, o el escándalo de Koldo García, asesor de Ábalos, implicado en negocios turbios, evidencian una doble moral preocupante. Mientras predican la igualdad y la transparencia, en la práctica actúan de manera opuesta.

Otros dirigentes como Juan Carlos Monedero y su cuestionado financiamiento desde regímenes autoritarios, o Íñigo Errejón, muestran que los valores que dicen representar se desmoronan cuando se analizan sus propios actos, como es el caso de las recientes denuncias de supuestos abusos sexuales. A pesar de proclamarse abanderados del feminismo con lemas como «Yo sí te creo, hermana», cuando las acusaciones recaen sobre miembros de su partido, la reacción suele ser el silencio o la descalificación de las denunciantes.

Esta misma doble vara de medir quedó patente en las recientes declaraciones de Yolanda Díaz y Ione Belarra, quienes se han mostrado complacientes con los suyos mientras demonizan a quienes no se pliegan a su discurso. Resulta, cuando menos irónico, que aquellos que han pretendido erigirse en jueces de la moralidad y guardianes del feminismo callen ante los escándalos que afectan a su entorno. Y mientras, la izquierda feminista sigue protegiendo a los que supuestamente cometen abusos dentro de sus filas y ataca a quienes realmente han trabajado por la igualdad con hechos y no con subvenciones y propaganda.

Ante ello, el PP debe reafirmarse en practicar un feminismo activo, que no se basa en discursos vacíos, sino en la promoción de la mujer en puestos de responsabilidad y en la defensa de la igualdad desde la acción política real, por capacidad y mérito, no por cuota. Mientras otros se centran en proclamas y en mirar hacia otro lado cuando sus dirigentes caen en escándalos, el Partido Popular debe siguir escribiendo la historia con hechos. Los logros del PP son hechos contrastables y tangibles, lejos de la retórica subvencionada que enarbolan otros sectores. Es lo que yo llamo «feminismo activo; no palabrería subvencionada».