Siempre creí y sigo creyendo que cuantos integramos el primer Ayuntamiento democrático de Mahón (19 abril de 1979) cumplimos con nuestro deber. Muchos eran los que esperaban que a las primeras de cambio nos echaríamos los trastos por la cabeza.
Su composición, que aportaba 9 miembros por UCD y 2 por Coalición Democrática, ofreció la mayoría y con ello la Alcaldía, a dicha coalición en cuyo grupo figuraban un edil y una concejala cuyos padres, militares los dos, habían sido fusilados en el Cementerio de Es Castell, procedentes del «Atlante», pero sin rencor, por parte de sus hijos, más bien con la ilusión de trabajar por la reconciliación de «una España que queríamos fuese de todos y para todos».
Pero había otras circunstancias especiales. Aquella no era la única. El cabeza de lista del Partido Socialista Obrero Español tenía dos hermanos sacerdotes que habían sido fusilados en el cementerio de Es Castell y él sentía (siente) los mismos sentimientos de reconciliación y de voluntad reparadora de construir un futuro de país, que una guerra fratricida había roto sus ansias de paz, libertad y amor. Un país justo, solidario y fraternal.
No quiero olvidar, porque allí estuvimos con los mismos deseos de ser útiles para el futuro en el cambio que todos deseábamos, tras haber conocido las prisiones de la posguerra e incluso el exilio en el que algunos tuvieron que sanear sus ‘heridas’. Heridas de los unos y de los otros, asumiendo que el perdón era la mejor arma para un mañana en que la paz fuera el mejor reforzamiento para zanjar un pasado que nadie deseaba volviera a producirse.
Fue aquel un planteamiento de hombres y mujeres que deseábamos lo mejor. El deseo unánime de unos concejales que solo buscaban la concordia y olvidar un ayer traumático. Quisimos ser parte importante de un futuro sin rencor, pensamiento que todos compartimos y que albergamos todos partiendo desde el talante integrador del alcalde ‘ucedista’ Ramón Homs Ginés que puso su buen hacer en todo momento marcando la pauta a seguir, que no fue otra que el respeto, la tolerancia, la libertad, y el convivir sin rencor para proyectar un futuro de esperanza.
En el adiós al compañero, al ‘jefe’ y al amigo vaya mi más sentido pésame.