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Piezas separadas

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La expresión jurídica ‘Piezas separadas’ me ha fascinado siempre. Me encanta. Se trata de una de las grandes prerrogativas de ser juez. Cuando te atascas y la cosa no marcha, siempre puedes abrir una pieza separada. Ya les gustaría a los escritores, a los amantes no correspondidos, a los científicos, a los peritos agrónomos. A la gente en general. ¡Abrir una pieza separada! Menudo gusto debe dar. No por la pieza en sí, sino por lo de separada. Permite salirse del engorro sin abandonar el objetivo. Un plan B, por así decir. Pero claro, si no eres juez no tienes competencias para ello, ningún plan B ha funcionado jamás, y todo lo que logras es acumular piezas sueltas. Un desorden espantoso. A ver quién las junta después, porque no es lo mismo una pieza suelta que una separada. Los particulares tenemos piezas sueltas, un rompecabezas; los jueces, piezas separadas. Qué envidia me dan. Cada vez que leo que algún magistrado ha abierto otra pieza separada, como el famoso juez Peinado, que tras abrirla en el ‘caso Begoña Gómez’, ha citado como testigo a Félix Bolaños por si en esa pieza pudiese haber malversación de fondos públicos, me quedo estupefacto.

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De envidia, decía. ¡Ah, si yo supiese abrir piezas separadas en mi vida! He llegado a pensar que esto de las piezas separadas es la clave y remedio de todos los males. ¿Problemas laborales, penas de amor, todo te sale mal? Se abre una pieza separada. Y si no se arregla, se gana tiempo hasta añadir otra pieza separada. Se dilata el proceso (cualquier proceso), se difiere. No estaría mal convertirse uno mismo en pieza separada de sí mismo. Por qué no? Yo llevo toda la vida intentándolo, pero claro, como no soy juez no sale. Todo son cabos sueltos que conducen a piezas sueltas, y no es igual. Por supuesto, esto que digo no tiene nada que ver con asuntos judiciales, Dios me libre, ni con ningún juez, sino con palabras. Con la expresión pieza separada, un hallazgo fantástico. No es de mi incumbencia, ni me interesa, si el juez se cobrará o no la pieza separada. La justicia dirá. Lo interesante es el concepto, de momento solo jurídico, pero que ojalá pudiésemos trasladar a la vida personal. Y abrir unas piezas separadas.