Volver a los valores

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La juventud es una etapa crucial en la vida de una persona, marcada por la transición entre la adolescencia y la adultez. Sin embargo, la definición de «joven» varía según el contexto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la juventud abarca de los 10 a los 24 años; la ONU considera jóvenes a las personas entre 15 y 24 años. En términos socioculturales, en muchos países la juventud suele referirse a personas entre los 15 y 30 años, y en España y la UE, algunos estudios y políticas públicas consideran jóvenes a quienes tienen entre 14 y 29 años.

Entonces, ¿qué es ser joven? Se entiende que la juventud es la etapa en la que una persona ya no es un niño, pero aún no es un adulto completamente establecido en términos de independencia económica, estabilidad laboral y responsabilidades familiares. En este sentido, las generaciones actuales de jóvenes pueden agruparse en distintos rangos: la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012), quienes han crecido en un mundo digitalizado, marcado por la inmediatez y la conectividad; y los Millennials (nacidos entre 1981 y 1996), que vivieron la transición del mundo analógico al digital y han sido testigos de grandes cambios socioculturales. Más recientemente, surge la Generación Alfa (nacidos a partir de 2013), quienes representan el futuro de la juventud, creciendo en un entorno altamente tecnológico y con nuevas formas de aprendizaje y socialización.

Cada una de estas generaciones experimenta la juventud de manera distinta, influenciadas por el contexto social, económico y tecnológico en el que se desarrolla. Para abordar la situación actual de los jóvenes, su filosofía y su vida en general, es fundamental considerar diversos aspectos que influyen en su realidad cotidiana.

La situación socioeconómica de los jóvenes es uno de los principales retos a los que se enfrentan. La precariedad laboral ha sido una constante en los últimos años, afectando negativamente a su bienestar y expectativas de futuro. La fragilidad del mercado laboral, caracterizado por alta temporalidad y desempleo estructural, ha impactado especialmente a este colectivo. Además, la dificultad para acceder a una vivienda propia es una constante en la juventud actual. La tasa de emancipación juvenil ha caído significativamente debido a los bajos salarios y al encarecimiento del mercado inmobiliario. A esto se suma el riesgo de pobreza y exclusión social, pues más del 27% de los jóvenes se encuentran en esta situación, lo que refleja la urgencia de implementar políticas que garanticen empleo estable y vivienda asequible para brindarles un futuro digno.

Otro aspecto importante a considerar es la salud mental. Uno de cada cinco jóvenes presenta dificultades graves relacionadas con la ansiedad, y más del 54% admite tener problemas relacionados con el bajo estado de ánimo, incluyendo niveles preocupantes de depresión. Además, un porcentaje considerable de jóvenes se siente solo, y muchos han experimentado esta soledad de manera prolongada, lo que refleja un desafío creciente en la salud emocional de esta generación.

La filosofía y los valores de los jóvenes también han evolucionado con el tiempo. La búsqueda de sentido y reflexión se ha vuelto fundamental, ya que permite a los jóvenes dar un sentido a su vida y entender la importancia de su entorno, fomentando el pensamiento crítico y la reflexión profunda. Asimismo, el compromiso social y ambiental ha cobrado relevancia en esta generación. Figuras jóvenes como Greta Thunberg han ejemplificado cómo la voz juvenil puede romper la negación y la indiferencia, destacando la importancia de la ética del cuidado en el contexto del calentamiento del planeta.

El estilo de vida y los hábitos de consumo de los jóvenes también están marcados por tendencias únicas. La Generación Z muestra una dualidad en sus hábitos de consumo, con tendencias hacia el sobreconsumismo influenciado por redes sociales y, al mismo tiempo, una inclinación hacia el consumo sostenible y responsable. Además, esta generación se caracteriza por su enfoque en la salud y el bienestar, evitando el tabaco, el alcohol y los carbohidratos, y promoviendo hábitos productivos y saludables.

La juventud actual, como en cualquier otra época, se encuentra en una posición clave para moldear el futuro con sus valores, su conciencia social y su capacidad de adaptación a un mundo en constante cambio, más rápido y complejo que en otros tiempos.

Bajo mi punto de vista, en un mundo cada vez más individualista y digitalizado, los jóvenes necesitan recuperar y fortalecer la convivencia, el contacto humano y el sentido de comunidad. Creer en la democracia y en la importancia del diálogo es clave para generar cambios positivos y garantizar un futuro en el que las voces de todos sean escuchadas. Volver a los valores básicos y a los principios humanos, como la honestidad, la gratitud y la responsabilidad, no solo les proporciona una brújula moral en tiempos de incertidumbre, sino que también fortalece el tejido social, impulsando una convivencia más armoniosa y significativa. Tener una relación con la naturaleza real, dejar las pantallas y tirarse al monte. Todo ello no será posible si cada uno, como individuo, no es plenamente consciente de la importancia que tienen los valores y el esfuerzo personal en la sociedad y en la convivencia, y trabaja con ahínco en sí mismo.

La generación de la post guerra lo tuvo mucho más difícil, pero tenían claro que había que luchar para salir adelante. Fueron conscientes de que todos eran necesarios para lograr construir un estado de bienestar. Pidieron poco y dieron mucho.