TW

En el último siglo y debido al movimiento feminista algunas iglesias protestantes han ido dejando atrás el ambiente patriarcal y han permitido que mujeres pudieran ser ministras y obispas. Tal es el caso de la iglesia Episcopal y como vimos el 20 de enero la obispa de Washington    plantó cara a Trump por su actitud discriminatoria. Por otra parte hay iglesias que no han evolucionado en este sentido, como la Iglesia Católica y la Iglesia Bautista del Sur. En el caso de la Iglesia Católica, en los últimos años el Papa Francisco ha intentado introducir algunas reformas, pero se han limitado a la organización de cargos administrativos en la Iglesia.

Hace unos días MENORCA · «Es Diari» publicó una entrevista a Teresa Forcades, monja, médica y teóloga, que es muy activa en reformar el papel de la mujer dentro de la Iglesia Católica y en nuestra sociedad. En la entrevista ella explicaba muy bien la situación    de la mujer dentro de la Iglesia. Como ella explicó, no cree que haya dentro de la Iglesia ni un 10 por ciento que quiera que las mujeres puedan ser ordenadas sacerdotes. Es una situación bastante triste.

Hay movimientos activos para promover a las mujeres al sacerdocio. Estos movimientos tienen una idea clara de lo que hay que hacer: volver a la situación de la Iglesia al principio del cristianismo, cuando las mujeres eran parte de la evangelización de los fieles.

Noticias relacionadas

Jesús de Nazaret vivió en una sociedad ultrapatriarcal y misógina, pero según sabemos él siempre trató a las mujeres con respeto. A Jesús le seguían un grupo de mujeres discípulas. Estas mujeres estuvieron con él durante toda la pasión hasta su muerte y fue una de ellas, Maria Magdalena, que dio a conocer su resurrección. Por otra parte, los discípulos masculinos se apartaron de Jesús cuando fue detenido y Pedro llegó a negarlo tres veces. A pesar de todo esto, los grupos preortodoxos, los que generarían luego a la Iglesia, tomaron a Pedro como su base y a María Magdalena la dejaron al lado y la acusaron falsamente de haber sido una prostituta.

En el siglo primero, Pablo de Tarso dejó bien claro cuál habría de ser el papel de la mujer en la iglesia. En la epístola a lo Galatas dijo: «en Cristo no hay diferencia entre hombre y mujer». En su labor apostólica, Pablo trabajó tanto con hombres como mujeres y no hizo distinciones de genero al nombrar a las personas en las comunidades cristianas que él creaba. Casi un siglo después de su muerte se escribieron cartas falsamente atribuidas a él, como las epístolas a Tito y a Timoteo, en las que se adoptaba una posición misógina y de sumisión de las mujeres. Estas cartas también fueron adoptadas por los preortodoxos como escritura sagrada.

El movimiento feminista no es algo simplemente del presente, ya en la mitad del siglo segundo una rama del grupo preortodoxo se separó y se creó la iglesia de la Nueva Profecía. Esta nueva iglesia estaba dirigida por Montanus, Priscilla y Maximilla. Su objetivo era restaurar el cristianismo a sus raíces originales, carismáticas e igualitarias. Priscilla y Maximilla reclamaban para las mujeres los papeles de líderes en la iglesia. Sus peticiones fueron resueltas por la iglesia declarando a ese movimiento herético.

Es muy importante que cada día haya más mujeres que tomen conciencia de su situación en la sociedad y en estas organizaciones patriarcales y se unan al feminismo activo. También es esencial que los hombres apoyemos este feminismo reivindicativo.