a) La ralentización comercial con Europa. Las exportaciones europeas a Estados Unidos significan el 20 por ciento del total; entorno al 5 por ciento del PIB europeo. La industria química, de equipamientos y maquinaria probablemente serán los sectores más afectados por la política arancelaria de Trump. Igualmente, productos agroalimentarios como el aceite de oliva o los quesos recibirán el impacto correspondiente. El turismo de Estados Unidos hacia Europa puede verse beneficiado si el dólar se revaloriza.
b) Un posible redireccionamiento del comercio de China. En 2015, un 66 por ciento de las exportaciones de China se desarrollaban en países avanzados; el dato se ha contraído hasta el 56 por ciento en 2023, mientras se ha incrementado en las naciones emergentes, entorno al 44 por ciento (CaixaBank Research, IM12, diciembre de 2024). Los flujos comerciales entre China y la Unión Europea se han estabilizado, mientras se han reducido hacia Estados Unidos y Japón. Además, países como México, Vietnam y otros emergentes ofrecen ya mercados alternativos a los productos y servicios chinos. Otro factor es remarcable: imponer un arancel del orden del 60 por ciento a las importaciones chinas puede derivar a una depreciación de su moneda. Esto quizás represente una mejora en la competitividad de los productos chinos hacia esas rutas a las que aludíamos. Martin Wolf, un importante gurú de la economía liberal, con una palestra muy consultada en el «Financial Times», ya ha calificado de «estupidez» la promulgación de esa política arancelaria de Trump, pensando el presidente que serán los extranjeros quienes pagarán sus aranceles. Pero van a ser los propios estadounidenses los que verán encarecer sus productos (véase: https://www.ft.com/content/86c5adf3-0178-423b-9d00-2af9aaec14a8).
c) Trump ha prometido una importante rebaja de impuestos. Esto inferirá mayores beneficios empresariales; y, al mismo tiempo, una reducción de ingresos fiscales cuya traslación al gasto público va a ser relevante. Esa bajada de tributación tiene efectos llamada a la inversión exterior. Pero, a su vez, fortalecerá al dólar. Si a ello añadimos el otro anuncio de Trump, la expulsión de fuerza de trabajo inmigrante, de manera que en conjunto esto va a reducir la oferta laboral, la situación va a afectar al crecimiento económico por esa contracción de trabajadores (que se ubican en una gran mayoría en trabajos de servicios, de construcción y agrarios).
En conclusión, si lo expuesto se acaba confirmando, puede suceder: incremento de la inflación, fortalecimiento del dólar, reducción de las exportaciones estadounidenses e impacto sobre la política monetaria si la situación se extrema, subiendo los tipos de interés. Un aspecto sobre el que Trump ha puesto un énfasis, exigiendo a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal –al que Trump ha calificado como «cabeza hueca»–, que baje los tipos de interés de forma inmediata, transgrediendo aquí la independencia de otro contra-poder a la presidencia de Estados Unidos. No está claro que todas esas medidas acaben beneficiando en el medio plazo a la economía de Estados Unidos.