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Uno cree que ya lo ha visto todo del marido de la Begoña y no, siempre hay espacio para sorprenderse. Lo último ha sido el decreto ómnibus y el chantaje político con los rehenes pensionistas de fondo como moneda de cambio.

Empezó la semana con la imagen de Trump firmando centenares de decretos anulando y desanudando todo aquello que habían firmado los demócratas durante los años anteriores. En pocos minutos, EEUU desenterró a su Franco y lanzó la consigna de «América primero». En España ocurría un tanto parecido. El marido de Begoña seguía entusiasmado en chantajear al Congreso y como no, ningunearlo. Ya lo predijo en su momento ante su Partido Sanchista (PS): «con o sin apoyo de la oposición, con o sin concurso de un poder legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo». Y le faltó añadir «caiga quien caiga».

El plan B del marido de Begoña empieza a rodar, y eso que el plan A de momento no está ni se le espera. Por de pronto, las cúpulas territoriales del Partido Sanchista son maquilladas a imagen y semejanza del Todopoderoso Sánchez. Sin prisa, pero sin pausa. San Valentín pone fecha tope a la presentación de ofertas para la licitación de papelería electoral. Por un momento pensé que era el Alfonso Guerra de antaño cuando arengaba que si ganaban las derechas los mayores se quedarían sin pensiones. Pero no, esta vez era Sánchez. Y de reojo, Pablo Iglesias.

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Demasiados frentes sobre sí tienen Sánchez y su entorno. Las lealtades solo le funcionan con quienes agasaja y alimenta con cargos y prebendas, presentes y futuras. Al resto no nos engaña. Me remito a la definición que hace Rosa Díez sobre él en su libro «Caudillo Sánchez» y que se ajustan a la personalidad descrita en psicología como la triada oscura.

El marido de Begoña morirá matando. Cada vez los síntomas son más clarividentes. Su tic-tac está en marcha. El aprendiz de Maquiavelo lo sabe y no está dispuesto a dejar títere con cabeza. Sus propios títeres. Sus propias cabezas, aunque el relato de Bolaños, al más puro estilo Muntaner, diga lo contrario.

Y la confusión ya es general en el marido de la Begoña. Debió acabar de confundirse en una de sus tantas visitas al Valle de los Caídos, al hacerse suya la frase «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre las bestias, y sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra».

Lo de «las bestias» y «los que se arrastran» le debieron acabar de convencer. Pobre ignorante. Pobres nosotros.