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El año 2025 ha sido declarado «Año de la Ciencia y la Tecnología Cuántica» por las Naciones Unidas, un homenaje a una de las disciplinas más fascinantes y complejas de la humanidad. Aunque la física cuántica se originó hace 124 años, sigue siendo un misterio para nuestra mente racional. Se trata de una herramienta poderosa que desafía nuestra forma de pensar y pone a prueba los límites de nuestra comprensión.

La cuántica explora el comportamiento de lo diminuto, desde átomos hasta quarks. Este reino de probabilidades acepta que una partícula pueda estar en dos lugares a la vez o que dos partículas permanezcan conectadas sin importar la distancia. Albert Einstein describió este fenómeno como una «acción fantasmagórica a distancia» y planteó preguntas como: ¿Existe la Luna cuando no la miramos?

Líderes como Max Planck, Niels Bohr y Erwin Schrödinger, entre otros, han sido pioneros en desentrañar estas leyes. Sus descubrimientos no solo han revolucionado la ciencia, sino que también han inspirado nuevos paradigmas sobre la realidad. Una de las ideas más impactantes es que la observación influye directamente en la existencia misma.

Según la catedrática honoraria de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid, María Victoria Fonseca, nos encontramos en un momento de transformación, en una época muy importante, en la que se está produciendo un cambio de paradigma que trae consigo una modificación de creencias.

Una de las hipótesis más fascinantes que emergen de la física cuántica es la existencia de «mundos paralelos». Según la interpretación de los muchos mundos, propuesta por Hugh Everett en 1957, cada vez que ocurre un evento cuántico con múltiples resultados posibles, el universo se ramifica en varios universos paralelos donde cada resultado se desarrolla simultáneamente. Esto significa que no existe un único universo, sino un multiverso compuesto por realidades alternativas independientes. Esta teoría no solo amplía nuestra comprensión del cosmos, sino que también invita a reflexionar sobre las posibles conexiones entre estas realidades y cómo podrían influir en nuestra percepción de la existencia.

La industria del cine siempre se brinda a hacer más comprensible la evolución de las nuevas teorías, los estudios científicos o el mundo futuro, aquel que no atisbamos aún ni a ver pero que con el tiempo una película que vimos hace 20 años cobra sentido. Películas como «2001 Una Odisea en el Espacio», «Blade Runner»,    «Matrix», «Código Fuente», «Coherence», «Interstellar», «Tomorrowland», «La Llegada»  o «The Discovery» ofrecen la posibilidad de imaginar algo de lo que se avecina.

En paralelo, la cuántica establece puentes con la espiritualidad. El Dalai Lama ha promovido la colaboración entre ambas disciplinas, destacando su potencial transformador. Desde esta perspectiva, entender nuestra conexión con el cosmos y nuestro impacto en el mundo exterior puede empoderarnos como individuos para transformar la sociedad.

Somos «polvo de estrellas» es una frase que resume nuestra conexión cósmica. Los elementos que nos forman nacieron en el corazón de estrellas que explotaron y se esparcieron por el universo. Al reflexionar sobre esta idea, nos abrimos a la posibilidad de que la cuántica, algún día, nos ayude a comprender el insondable cosmos y nuestra posición en él.

2025 invita a explorar esta frontera del conocimiento y dejarnos seducir por las infinitas posibilidades que la física cuántica ofrece. ¡El cambio de paradigma está aquí!