Los hechos sucedieron en el Maó republicano, durante la guerra civil que enfrentó Menorca entre 1936 y 1939, cuyo análisis no hemos sido capaces de escribir desde la razón y sin pasión.
En aquellos tiempos aciagos, que no eran líquidos sino cuajados de silencios, plomo y delaciones, las autoridades locales ordenaban la requisa inmediata de los pocos automóviles que estaban en manos de particulares. Uno de ellos, el coche del doctor Ripoll.
El médico se ingenia todo tipo de estratagemas, tretas y ardides para evitar la confiscación de su preciado vehículo. Llega incluso a desmontarlo y lo traslada, pieza a pieza, dalt es porxo e impide que pase a manos de quienes se lo exigen con las armas. Aquello no fue una situación anecdótica ni disparatada, sino una vivencia real.
Este es el punto de partida, o sea la idea, que utiliza Sergi Marí para redactar una pieza teatral, una tragicomedia histórica, cuya puesta en escena acogió el Orfeó Maonès este pasado fin de semana con dos representaciones en las que se agotaron las localidades.
Acertó la entidad que preside Lali Olives con este montaje de ecos menorquines y guiños directos al público mahonés. Eficaz dirección de Manel Navarro, que se enamoró del texto de Marí y supo crear una arquitectura con doble movimiento en el mismo escenario.
Y en el elenco de actores sobresalió, y se creció, un soberbio Manolo Obrador en el papel del doctor Ripoll, demostrando su oficio en las escenas del flash back. Buenos engranajes en el equipo formado por Obrador, Beatriz Rodríguez, Cristina Pons, Isis Pons, Roger Villalonga, Iker Gomila y Rubén Martí.
La idea de Sergi Marí crea una trama que entretiene y sorprende, con aspectos caricaturescos que rozan el sainete. Es el momento de pedir que «L’automòbil» del doctor Ripoll se represente en otras poblaciones de Menorca. Y, ¿por qué no?, también fuera de la Isla.