Que China -Asia en general- nos va a devorar es algo que deberíamos saber desde hace tiempo y que quizá no hemos sabido ver porque ha sido un país tradicionalmente cerrado y por los millones de prejuicios que nos han hecho creer que Occidente es poseedora de la cultura más avanzada del planeta. Mirarse demasiado el ombligo nunca es bueno. A nada que se indague aunque sea superficialmente en cualquier aspecto de la historia, los chinos ya estaban ahí mucho antes que nosotros. En lo único que sin ninguna duda les superamos es en la música, pero esa es otra historia.
Ahora anda medio mundo asombrado y el otro medio indignado porque callandito y con pies de plomo han desarrollado DeepSeek, una inteligencia artificial que supera, parece ser que con creces, a todos los adelantos que con bombo y platillo anuncian cada dos por tres los de Silicon Valley. A mí no me ha extrañado nada. El carácter chino no es fanfarrón, no es abusón, pero ellos saben muy bien quiénes son y de qué son capaces. Y no de ahora, sino de hace miles de años. Su apabullante patrimonio lo acredita. Lo que ocurre es que el viejo eurocentrismo sigue en pie y prácticamente nadie en Occidente conoce nada de la historia, la cultura o los logros del resto de civilizaciones. Gran error. El conocimiento debe ser global, para poder mirar con objetividad hacia fuera.
Al leer la noticia del DeepSeek he recordado con una sonrisa la magnífica lección de historia de Juan Miguel Zunzunegui sobre «El fin del imperio chino» que puede verse en YouTube. Una deliciosa forma de aprender cómo ha sido, es y será China. Y un certero oráculo de lo que nos espera a los occidentales por tener la pésima costumbre de creernos mejores que los demás.