TW

Sánchez es el único político que, aunque vaya perdiendo, siempre sale ganando. Ya sabe usted, querido lector, de mi admiración por Pedro. Es sin duda, el mejor. El rey de la resiliencia, el más mejor, el puto amo. Nadie como él ha demostrado esa enorme capacidad para darle la vuelta a las cosas, convertir una debilidad en una fortaleza, una amenaza en una oportunidad y vivir plácidamente en el cuanto peor mejor. A pesar del panorama judicial que le acecha, del permanente chantaje de su manada de socios, de la presión mediática de la fachosfera y del martillo pilón de la oposición, él sigue erre que erre y sin despeinarse. Es digno de estudio, ejemplo para la superación personal y el arte de capear cualquier temporal. Tira del comodín de la mentira, o cambio de opinión, como él le llama, cuando y cuanto ha de menester. Por el camino, se ha cargado a Pablo Casado, Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. Mientras nos ha endosado una amnistía y tiene a Puigdemont todavía fuera del país. Por no hablar de otras nimiedades sobre el control absoluto de su partido y de varias instituciones del Estado. Sánchez puede con todo menos con Ayuso, la faraona madrileña que sabe que tendrá su momento. Ella es su gran amenaza, ella es quien algún día le susurrará al oído, como el esclavo de la antigua Roma a Julio César: memento mori. Recuerda que eres mortal.