Novedades del pasado
Aunque lo investigamos a diario, quizá no sepamos exactamente qué nos deparará el futuro, pero en cambio, es fácil adivinar qué nos deparará el pasado. El pasado del presidente de los EEUU, por ejemplo, que es el que ahora está de moda. Millares de comentaristas y futurólogos, que ya llevaban meses avisándonos de lo que nos esperaba, escrutan estos últimos días cada mínimo gesto de este individuo, y como si fuesen el oráculo de Delfos, lanzan toda clase de pronósticos oscuros basados en sus muecas, el movimiento de sus manos, la curvatura de su boca, alguna palabra suelta o un simple parpadeo. Esas adivinaciones constituyen casi la totalidad de la información, y me figuro que a estas alturas ya están más que hartos de tanto y tan negro futuro. Y quién no. Si por el contrario escrutamos el pasado, vamos sobre seguro y además acabamos más rápido. Como ya sabíamos hace tiempo por los antecedentes, lo primero que hizo Trump al sentarse en su mesa del despacho oval, en el ala oeste de la Casa Blanca, fue modificar el pasado indultando a los más de mil patriotas que asaltaron violentamente el Capitolio, sede de la soberanía popular, hace cuatro años.
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