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Cada vez son más los movimientos que, impulsado desde la sociedad civil, ponen en práctica acciones dirigidas a aportar, por poco se sea, su grano de arena para tener ciudades cada vez más verdes, con más flora. Y creo que aquí deberíamos tomar ejemplo. Por poner algún ejemplo, que los hay muchos, podemos hacer mención al que se propone «despavimentar» ciudades. Se pretende quitar, en donde se pueda según el subsuelo, parte de asfalto o pavimentos de cemento, para recuperar vida al favorecer que el agua de lluvia sea absorbida por la tierra, que se recuperen plantas silvestres en zonas urbanas, que se puedan sembrar más árboles y tener más sombras, y ayudar a los habitantes de esos núcleos a protegerse del sol, de las radiaciones solares, del calor, dado que la vegetación ayuda a rebajar la temperatura de una manera estimable.

El otro movimiento al que me quiero referir se originó en Holanda en 2019, en las ciudades de Ámsterdam y Róterdam. Tiene el mismo espíritu que el que ya he descrito, bajo la denominación: «¿Entonces ¿qué vamos a hacer?». La propuesta es ir arrancando baldosas en los patios de las casas para que ahí vayan brotando plantas. A día de hoy, habiéndose sumado a esa iniciativa un total de 199 municipios, ya se han quitado unos 15 millones de baldosas, siempre con la complicidad de las administraciones.

Con esas acciones se naturalizan las superficies, hay una mayor biodiversidad, son más las áreas verdes urbanas, ayuda a la gestión del agua y, además, tal como se indica en las noticas citadas, a la salud mental de las personas.

ES UNA REALIDAD, los números son los que hay. Y sin números; preguntemos a cualquier vecino si siente durante todo el año una temperatura más elevada que hace unos años, y raro será que le digan que no es así. Y eso que cada vez se tienen las casas más preparadas para soportar mejor los cambios climáticos según las estaciones del año.

Necesitamos poner nuestro granito de arena en ese tema. Yo ya tengo una cierta edad, y creo que esas son unas muy buenas iniciativas, y que, de introducirse aquí en nuestra isla, deberían ser lideradas con gente con mucha más energía que yo, los años son los años. Ojo, bien entendido que la juventud está en muchas edades. Sí, Menorca hace ya más de treinta años que es Reserva de la Biosfera, y sí, al salir de nuestros núcleos urbanos es un placer, pues tenemos una frondosa naturaleza con una vegetación que casi nos invade. Pero, si miro a mi alrededor desde mi casa, algún árbol, alguna maceta…, pero poco más dentro del núcleo urbano, que es en donde más horas pasamos los ciudadanos. Vuelvo a la sociedad civil, con la implicación habitual de los habitantes de Menorca, que, de acuerdo con las administraciones, se podría poner en marcha con movimientos parecidos a los que he descrito. O incluso podría ser una iniciativa que las propias administraciones podrían impulsar, como lo son los huertos urbanos que han empezado a florecer…

Por poner un ejemplo, no entiendo, y lo he transmitido en más de una ocasión a responsables en ese sentido, cómo el tramo de la vía de Ronda de Maó que va desde la calle Josep A. Clave, donde los antiguos cuarteles de Santiago, hasta el puente de la carretera hacia el aeropuerto, con unas buenas aceras, carril bici, no tenga ningún árbol para facilitar andar por ahí, poder llegar a pie, bajo sombra, al Consell Insular como al hospital Mateu Orfila. Se podrían sembrar, por ejemplo, unos acebuches que no necesitan agua…, y aquí no es necesario levantar baldosas o asfalto…, o sí, no parece sea tan complicado ponerle vegetación a esa zona de las afueras de Maó.

Bueno, tengo en la cabeza muchos más puntos de espacios públicos en donde acciones semejantes a los dos ejemplos de las que he citado al inicio de este escrito serían plausibles. Como espero que se tengan ideas de otros lugares más, sumándose los privados. Necesitamos tener urbes mucho más amigables, se debe incorporar a las ciudades mucha más flora. Y necesitamos amortiguar esa realidad de aumento de temperatura que se genera en ellas, dados los asfaltos, los pavimentos embaldosados, etc.

Espero y confío en la sociedad civil menorquina, estoy segura que hay mucha gente joven que es capaz de moverse en ese sentido y que sean capaces, insisto con la connivencia de las administraciones y bien aconsejados por buenos paisajistas que conozcan bien la isla, y que saben lo que conviene en cada situación, que sea una realidad y no una utopía lo que aquí planteo. Dejemos que la naturaleza, a través de la vegetación, entre mucho más de la que tenemos en nuestras ciudades, en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestros paseos urbanos. Es por nuestro propio bienestar, por el de todos.