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Yo creo que al 2025 le voy a poner las expectativas más bien bajas y justas. Porque luego llega el final de año y veo que no he cumplido lo que me había propuesto y me entran unas prisas que no sirven para nada. Entonces, si al año nuevo le damos un perfil más bajo que el de sus predecesores, a lo mejor el próximo diciembre pasa más tranquilo.

Lo escribía en otro sitio hace unos días. «Quizás no se trata de querer ganar grandes guerras de buenas a primeras, quizás hay que conformarse con vencer en pequeñas batallas diarias que pueden parecer menos importantes». ¿Por qué? Porque a veces nos falta constancia y nos sobra ímpetu y acabamos con más ganas de hacer y con menos cosas hechas. Y luego viene la decepción.

Cada año, por esta época, tengo la ligera impresión de que vivo en una especie de bucle con una serie de cosas que se repiten. Empezando por las buenas intenciones y las listas de objetivos de cara al nuevo año que acaba de arrancar, y terminando por la cantidad de frustración que tiene el mes de diciembre cuando comprobamos que no hemos adelgazado, que no hemos cambiado nuestros hábitos, que no hemos cumplido con el reto del gimnasio y que todavía fuman los que aseguraban que iban a dejarlo.

Creo que me lo voy a tomar con calma, que no voy a apuntar demasiado alto, sino que voy a apostar por objetivos más humanos, más alcanzables y menos complicados. Objetivos a pequeña escala que, por si acaso, conlleven decepciones menores si no se logran.

A mis casi treinta y todos, veo las cosas muy distintas, con menos ambición. He logrado muchas más cosas de las que me habría imaginado y mis cartas a los Reyes Magos y a Papá Noel están muy lejos de las que solía escribir. Creo que sé mejor qué pedirles y qué no, y he llegado a la conclusión que pedirles que traigan según qué del Polo Norte o del lejano Oriente es utópico.

Te explicaré qué he pedido o qué quiero que me traiga este nuevo año: Tranquilidad y serenidad. Tranquilidad para organizar todas las cosas que tengo entre manos y ser más eficiente para hacerlas y serenidad para afrontarlas con la garantía de que no le voy a robar tiempo a otras cosas más importantes que también tengo que hacer. Quiero pasar más tiempo con lo que necesito invertir más tiempo y malgastar menos tiempo en lo que pierdo demasiado tiempo.

Porque entre tú y yo, al nuevo año, a los Reyes Magos o a Papa Noel le podemos pedir cualquier cosa pero lo único que no nos van a poder traer es más tiempo. Así que ya sabes…