Esta semana he trasladado al comisario de Pesca y Océanos de la Unión Europea, Costas Kadis, mi profunda preocupación por la propuesta que sugiere una reducción drástica del 70% en los días de pesca para las barcas de arrastre en el Mediterráneo occidental. A través de una carta, he querido manifestar mi rechazo ante una medida que, sin duda, amenaza la viabilidad de la pesca profesional en las Illes Balears y que podría dejar a la población sin pescado fresco local.
En este sentido, en nuestras islas, el pescado fresco proviene únicamente de la flota local. Además, su consumo está ligado a una larga tradición gastronómica, patrimonial e, incluso, cultural, que va mucho más allá del valor económico.
Esta propuesta significa que la flota de arrastre de las Illes Balears pasaría a trabajar una media de 130 días al año a 29 en 2025, hecho que supondría la ruina para todas las estructuras sociales y económicas del sector. Una reducción tan severa afectaría a las cofradías, lonjas y organizaciones de productores, generando un impacto negativo en los mercados locales, la restauración y los hogares. Tal medida podría ser vista como un ataque a la idiosincrasia y cultura de nuestras islas, provocando una desafección hacia las instituciones europeas.
Si bien la Política Pesquera Común establece que las oportunidades de pesca deben equilibrar la sostenibilidad biológica, económica y social, parece que los aspectos económicos y sociales no han sido considerados adecuadamente en esta propuesta. Estas medidas no se basan en un estado crítico de los recursos, sino en una interpretación extremista de modelos predictivos a partir de datos recogidos en las campañas científicas. Con todo, muchos científicos argumentan que, con los mismos datos y aplicando diferentes modelos, las proyecciones más probables son de recuperación. En esta misma línea, los propios pescadores locales han observado una clara recuperación de los recursos.
Por todo ello, creo firmemente que la eliminación de la pesca de arrastre de fondo en el Mediterráneo, una vieja reclamación obsesiva de algunas organizaciones ecologistas, no es viable en el Mediterráneo occidental, ya que sin arrastre no hay sector pesquero ni pescado en el plato. Todos, los pescadores los primeros, queremos una actividad pesquera sostenible, respetuosa con el medio natural, que permita una vida digna a los marineros y que sea una fuente de productos saludables. Lo que no se puede permitir es que la ideología se camufle como ciencia para justificar lo contrario a la razón.