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La Unión Europea persigue un objetivo loable, proteger el fondo del mar Mediterráneo para favorecer la recuperación de las especies. El problema es que para hacerlo va a acabar con una parte muy importante de la pesca local. Pretende que el próximo año las barcas de arrastre solo puedan faenar entre 27 y 29 días, cuando este año el límite eran 130 y el sector debía permanecer sin actividad al agotar los cupos. Con menos de treinta días no hay barca que sea rentable, por eso se puede afirmar que representa la desaparición de este tipo de pesca. Y la reducción de forma muy considerable del pescado local en los mercados. La desaparición de un oficio que en una isla forma parte de su cultura, tal como la entiende la Unesco en el programa MaB de las reservas de biosfera.

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La UE puede pensar que la reversión en la recuperación de los sistemas precisa de normas generales, sin excepciones, pese a tener claro que son injustas. ¿Por qué las pocas barcas de arrastre que quedan en la Isla deben pagar por la sobreexplotación en otras áreas pesqueras? ¿Por qué no se pueden desarrollar normas y ayudas para que este tipo de pesca sea más sostenible? En Menorca se instalaron plataformas en algunas de estas embarcaciones para reducir su impacto sobre el fondo marino. ¿No se puede impulsar la reconversión del sector que permita mantener la pesca local y no apostar por cerrar la actividad al bajar de 130 a 29 días al año de faena? Así, es posible que la gamba de Menorca sea de Mauritania. Además, parece que la UE no tiene en cuenta que la pesca más sostenible es la local, la que se captura en aguas próximas y se consume en la Isla. La que se pesca en mares lejanos y se transporta refrigerada a mercados de las antípodas es la que más contamina.

Si la UE lleva a cabo su plan, Menorca saldrá perdiendo. ¿Cuál será el próximo paso? ¿Prohibir las vacas frisonas porque sus excrementos contaminan el acuífero?