Las primeras medidas anunciadas por Trump en cuanto llegue a la Casa Blanca rubrican lo que muchos pensábamos antes de las elecciones, haciendo caso omiso a quienes opinaban que no habría para tanto. Se abre un periodo de matonismo económico y de retracción del comercio internacional. En efecto, el incremento de aranceles a Canadá, México y China va a empeorar la reducción de la apertura comercial hacia todo el planeta. Aunque pensemos que todo se circunscribe a esos países, la realidad va a ser muy distinta: contracción del comercio internacional y, con toda probabilidad, tensión al alza en los precios: inflación. Lo cual va a motivar que los bancos centrales suban los tipos de interés, de manera que los preceptos ideológicos de Trump y sus acólitos nos van a costar mucho dinero al resto de los mortales. Incluyendo a quienes festejaron el triunfo del magnate. El fenómeno de la utilización de los aranceles para «arruinar al vecino» no es nuevo. Prácticamente, en todas las crisis económicas desde 1873 los gobiernos han adoptado esa práctica que ha supuesto, en el corto plazo, una agudización de las recensiones. Ahora, sin embargo, no estamos inmersos en una nueva crisis, aunque los agoreros pronostiquen, y lo hacen desde hace años, que nos encontramos a las puertas de otra depresión económica. Es decir: si no es esta la causa de la agresividad arancelaria de la nueva administración norteamericana, ¿cuál es la motivación central para que, con tales movimientos, alimente una recesión? No veo más que la ideologización de la economía, vinculada a una estrategia antimigratoria y reivindicativa de un nacionalismo económico exacerbado.
Matones, idiotas y alquimistas
06/12/24 4:00
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