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Por haber sufrido la conocida, digamos «enfermedad» del bullying desde mi más tierna edad y haberla arrastrado toda una vida por temas diversos, haberla visto como se iba mi padre con «sa barqueta sense calafatar» a los ochenta y seis años, tras una vida de lucha, trabajo y siempre mirando para y por el prójimo.  Intentando apoyar a los pescadores y hombres de mar, suavizándoles sus luchas en sus trabajos, manteniéndoles sus remos en reposo mientras su caminar fuese grato y reposado a base de poner un motor en marcha puro invento de su capacidad, de inventor como tantas veces demostró ser, si bien jamás presumió de ello. Confieso me horroriza transcurridos treinta años de su fallecimiento, a día de hoy se encuentre alguien intentando negar, tan solo por no patentar el mismo comportando lo hiciera la persona que le había pedido hiciera un motor marino. Aquel hecho siendo casual por no caer en la cuenta que debió pagar la patente, todo tan fácil como eso, por lo cual hay quienes que lo continúan machacando a pesar de todo. A esto también se le llama bullying.

Nada digo de la prole infantil, el mal de todos los siglos incluso el siglo XXI. Ellos, los más pequeños, desgraciadamente, se acepte o no, los mayores conociendo el traicionero mal de existir lo vemos claramente empiezan a conocerlo en  la primera época de su vida. Con ello no intento atacar a nadie pero desgraciadamente entre los muchos defectos que padecemos los mortales, también existe, el bullying. Dios sabrá el porqué no todos los alumnos de una clase disponen de la misma simpatía, o digámosle aceptación.

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Podría continuar, mas prefiero dejarlo claro, según me ha dictado un profesional de la cosa titulado en el mundo de la enseñanza. El bullying, o acoso es la agresión para ejercer poder sobre otra persona. Concretamente los investigadores lo han definido como una serie  de amenazas hostiles, físicas o verbales que se repiten, angustiando a la víctima y estableciendo un desequilibrio de poder entre ella y su acosador. Se encuentra presente entre la literatura del pasado siglo, y desde aquellos tiempos siempre ha estado presente, bien sean niños, jóvenes incluso personas mayores, preguntándome por que será siempre se ha intentado no aceptarlo.

Por todo ello dar las gracias a Joan Alemany Llovera, economista consultor, siempre interesado en esclarecer las verdades de grandes hombres. Agradecimiento, por su participación  en las Jornadas sobre patrimonio Industrial de l’Illa.