La crisis del agua en Maó terminará el día en que la que procede de Malbúger vuelva a ser potable. Y se dará un paso importante el día en que la nueva desnitrificadora de Sant Climent permita ampliar el número de hogares con agua apta para beber y cocinar. Pero para conseguir esos objetivos queda por recorrer un camino «duro, largo y difícil». El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Maó parece haber optado por la estrategia del silencio. Al no dar información ni ofrecer declaraciones sobre el tema del agua potable quizás pretende hacer ver que el problema no existe. Cuando es evidente que no se ha resuelto.
Varios indicios de esta estrategia. El Ayuntamiento no informa sobre la situación en los colegios, en los que tuvo que precintar las fuentes, el día 13, por el exceso de nitratos. Solo responde a las preguntas de la oposición sobre la exclusión de los concertados del suministro de agua embotellada. El equipo de gobierno acepta en pleno una propuesta del PP, con una enmienda, para ampliar el control de la calidad del agua que se suministra, para asegurar que la cloración es suficiente. Publica, eso sí, los datos de los análisis. En el pleno, el alcalde respondió escuetamente que el último de hace unos días determina que en la red de Malbúger se supera el nivel máximo de nitratos, con 51,5 miligramos por litro. El detalle del informe de la empresa que instaló la desnitrificadora sobre mejoras a realizar, control y gestión no se conoce. Se evita, aunque sea por un informe de Secretaría, que Hidrobal participe en la comisión de seguimiento del tema, cuando esta empresa dispone de datos necesarios y sigue siendo responsable del servicio.
Estoy de acuerdo en que no hay que alarmar a la población con el tema de los nitratos, porque no son armas de destrucción masiva. Sin embargo, los residentes de Maó esperan respuestas, en las que probablemente se trabaja, pero de las que no se informa.