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Sostiene Fernando García Mongay, autor de textos sobre la tecnología de los periódicos, libros y revistas en su blog «Sin tinta», que para hacer buen periodismo se necesita tiempo. Este bien tan caro que no se compra ni se vende.

«Es necesario que los periodistas tengan tiempo de escribir buenas historias, tiempo de consultar y acercarse a sus fuentes y tiempo para investigar», subraya. En el Eclesiastés aprendemos que, todo tiene su tiempo y hay un tiempo para cada cosa que se hace bajo el cielo.

Hoy, cuando en nuestra profesión la calidad da paso a la inmediatez y arrecian las voces agoreras que pronostican la desaparición de la prensa en papel por la presión de las redes sociales, es el momento de reivindicar con ahínco el trabajo de los periodistas. Y, sobre todo, el sentido y la vigencia de la prensa local.

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Nos equivocamos cuando damos más importancia a la rapidez, a ser los primeros para avanzarnos a los demás. Y ello no significa renunciar a la primicia informativa, este gran placer de nuestro oficio, aunque el gran García Márquez nos advierte, sesudo, que «en periodismo las primicias no son de quien informa primero, sino mejor».

Necesitamos tiempo y reflexión para contrastar las noticias, confirmar datos, hechos y personas, y evitar los errores. El periodismo con tiempo no puede ser un lujo, como denuncia Maria Llull, subdirectora de «Ara Balears», sino que es condición sine qua non para el trabajo bien hecho.

Los tuits y los retuits que nos acechan durante las 24 horas, aceleran y merman nuestra capacidad de lectura y relectura. De análisis e interpretación. No hallaremos las respuestas correctas en la vorágine de las redes, que devoran las mentes y pretenden sustituir nuestro propio razonamiento. Lea sin prisa el rotativo del día, este diario que hace 83 años cumple su compromiso informativo con los menorquines.