«Construir un relato», ayer, era algo diametralmente opuesto a lo que es hoy. Los relatos no se edificaban, se escribían y su fin era la creación de arte mediante las palabras guiadas por la imaginación. Actualmente, «construir un relato» se ha mudado en elaborar una mentira con la que justificar una iniquidad. Esa falacia que, iterada y unida a otras, crea un estado de opinión favorable a la clase dirigente. Para ello se necesitan, básicamente, dos cosas: el control de los medios de comunicación (los transmisores de esas realidades virtuales) y la sumisión y/o incultura del pueblo receptor. De ahí la censura maquillada a la que nos conduce el actual gobierno y el asalto a la televisión pública –por una parte– y la lenta pero constante eliminación en los planes de estudios de todas aquellas materias que puedan convertir al ciudadano futuro en un ser autónomo y con criterio propio. ¿Se dan estas circunstancias actualmente en nuestro país? La respuesta es meramente retórica. Y demoledora. Habría que sumar a lo dicho, probablemente, un tercer requisito: la total falta de escrúpulos, de ética, de moral en quien utiliza sin dignidad y en beneficio propio todos los resortes del Estado sustentado por un Maquiavelismo repugnante. ¿El último ejemplo? Se nos intenta vender ahora la idea de que los últimos actos violentos acecidos en Paiporta habían sido orquestados por un grupo de ultraderecha. Pero no: lo acaecido en esa localidad fue, simple y llanamente, el fruto de la ira totalmente comprensible de un pueblo abandonado a su suerte… Ese pueblo que, al igual que quien esto suscribe, probablemente se formula preguntas muy sencillas, pero de respuestas aterradoramente evidentes. A saber:
Contigo mismo
Valencia (construir un relato)
Menorca08/11/24 4:00
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