Es triste, sí, pero me avergüenzo de tener los políticos que tenemos. Me avergüenzo de tener a un presidente que se llama Pedro Sánchez. Me avergüenzo de tener como líder de la oposición a Núñez Feijóo. Y como no, del presidente de la Generalitat valenciana. Demasiados «errores» entrecomillados en tan poco tiempo. Demasiada presunta -de momento- negligencia. Y sobrados, unos. A la espera, los otros.
Mientras escribo estas líneas se cuentan ya por cientos las víctimas. Y son ya millares las estupideces que oímos y leemos en los medios de comunicación. Ataques indisimulados entre el Gobierno y la oposición. Contra la Aemet. Y entre ellos mismos -delegada del Gobierno y el ministro de política territorial-. Tertulianos, sin conocimientos técnicos, diciendo de las suyas. Los unos contra los otros. Y mientras, Valencia destrozada.
Otros tantos, indiferentes. Lo demostraron a la mañana siguiente al no querer demorar el asalto a la RTVE. Aina Vidal, portavoz de Sumar, lo dejó muy claro: «Los diputados no estamos para ir a Valencia a achicar agua». Y se quedó tan pancha. Como tantos otros.
Pillajes sin control. Las FCS sin planificación alguna para la catástrofe. Miles de desaparecidos. El ejército acuartelado a la espera de la orden que no llega. Mientras, cientos y cientos de cadáveres permanecen en el lodazal de la tragedia. Los ciudadanos creando por su cuenta y riesgo patrullas ciudadanas para proteger sus viviendas y sus vidas. Kilómetros de voluntarios para achicar agua y lodo. Horas y días incomunicados. Sin luz. Sin teléfono. Sin ayuda. Sin medicinas. Sin comida. Sin agua. ¿Tan difícil era trasladar generadores y repetidores? ¿Dónde estaban las ONGs? ¿No había foto que hacer?
¿Es España un Estado fallido o ya ha colapsado? Por suerte, aún existe la solidaridad del pueblo. Un pueblo que sin organización previa se pone en marcha. ¿Seremos capaces de al menos aprender de los fallos que tantos cientos de muertos ha ocasionado? ¿Habrá ceses y dimisiones? ¿Habrá responsabilidades penales o se finiquitará con otra amnistía?
Deberemos tomar conciencia de que unos votos, por muy democráticos que sean, no invisten de sabiduría. Ni de bondad. Los políticos no tienen por qué saber. Ni saben. Y lo demuestran. ¿Dónde están los técnicos? ¿Dónde están los profesionales?
El Estado es algo más que magia e impuestos mal gestionados. La gestión ha sido dantesca.
Tercermundista. ¿Qué pasará si algún día nos invaden o atacan? ¿Dirá Aina Vidal que los diputados no están para defendernos?
Quien no los defenderá va a ser uno que yo sé. ¡Que se apañen ellos!
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