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Si Domenico Modugno estuviera vivo, falleció hace 30 años, el Consell podría invitarle para que el día de Sant Antoni interpretara la canción que le dio mayor fama «Nel blu dipinto di blu», más conocida como «Volare». Este podría ser un buen    himno para Menorca, mejor que «Un senyor damunt d’un ruc», similar al «Resistiré» de la pandemia.

Los menorquines nos pasamos toda la vida soñando con volar (y con que se terminen las obras de la carretera general, pero este es otro tema). Nos parecemos a Juan Salvador Gaviota, que prefería valor a comer. En nuestro caso, necesitamos volar para comer. Pero en materia de transporte aéreo, no conseguimos pasar del menú del día.

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La reiteración de una prueba de que es así es la conexión con Madrid. El 1 de noviembre se inicia el periodo en que la ruta está «protegida» con una OSP.  Ya empezamos con los vuelos saturados. Los viajes del Imserso copan otra vez la mayoría de plazas, de tal forma que viajar a la capital sigue siendo un problema para los residentes. Buscar rutas alternativas con escala dispara los precios hasta límites imposibles. Además la mejora prometida se reduce a una frecuencia más los lunes por la mañana. Habrá que comprobar con qué aviones cubre Air Nostrum esta ruta, porque si utiliza los de menos plazas en frecuencias determinadas conseguirá exprimir más una fruta (Menorca) sin jugo.

Durante este invierno, el aeropuerto operará unos 135 vuelos a la semana, unos siete más que el año pasado. Mantener la ruta con Londres nos cuesta 70.000 euros mensuales para dos vuelos a la semana. Con París no está cerrado, porque Vueling seguramente espera más dinero público. Yse mantiene abierta la expectativa de dudoso resultado de crear una OSPcon Barcelona donde Vueling opera en solitario. Los pobres avances conseguidos en años de lucha reivindicativa hacen pensar que la mejor opción es cantar el himno de Menorca.