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En el Gobierno no deben ver muy claro el devenir del caso Ábalos cuando que el viernes salieron en masa a repetir: «el que la hace la paga». Incluso, Pedro Sánchez, compareció en Roma, tras su entrevista con el Papa, para reconocer, por primera vez, que sabía de la llegada de la vicepresidenta venezolana Delcy a Madrid. Lo llamativo del tema es que, hace cuatro años, cuando aconteció la visita y el lío en Barajas al que acudieron prestos Ábalos y Koldo, la explicación de Sánchez en el Senado fue muy distinta, incluso alabó la función de su ministro de Transportes, que ahora denosta. Hoy, sin embargo, sostiene que todo se frenó cuando «descubrieron» que había una orden de la UE prohibiéndole pisar suelo europeo. ¿De verdad no lo sabían? Para qué sirven entonces los más de ochocientos asesores que trabajan para el Ejecutivo.

Asimismo, ante la falta de explicaciones sobre los motivos que llevaron al cese fulminante del, hasta entonces, su mano derecha en el Gobierno y en el PSOE, cabe también preguntarse qué sabía Pedro Sánchez de los tejemanejes de Ábalos y sus amigos. Pero, el argumentario que se ha puesto en marcha ahora, con toda celeridad, y que repitieron uno tras otro desde Félix Bolaños, a Oscar Puente y Oscar López, era idéntico: «el que tenga que pagar que pague». Bueno, hubo una excepción, la portavoz Pilar Alegría, quien en un alarde de imaginación dijo que la escala en Madrid del avión de Delcy se hizo «para que descansara la tripulación».

Algunas fuentes aseguran que la ex mujer de Ábalos advirtió al Gobierno de que «los amigos» de este no eran trigo limpio. Debió enterarse del pago del alquiler a la amante de su marido de un apartamento en la plaza de España. Como también suena muy rara la celeridad en la aprobación del millonario rescate de Air Europa con la mediación de Aldama. Esta compañía, casualmente, financiaba la empresa donde trabajaba la mujer de Sánchez.

Pese a los desmentidos del exministro, que hace unos días intentó ser readmitido en el PSOE, asegurando ahora que quiere declarar y defenderse, el informe de la UCO es demoledor y muestra el poder del preso Aldama dentro del ministerio de Transportes.

El juez ya ha solicitado a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, certificación del acta de Abalos para pedir un suplicatorio que le hará comparecer en el Supremo. Por cierto, que Armengol, en su etapa de presidenta Balear, también compró las famosas mascarillas a la trama de Koldo.

Pese a que los ministros insisten en que la oposición no tiene otro empeño que el de manchar la imagen de Sánchez, lo cierto y verdad es que, antes de que Ábalos, para salvar la cara, ponga el ventilador sobre la bosta, el Ejecutivo tiene muchas cosas que explicar que hasta ahora se han callado.