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Toda criatura viene a este mundo a defenderse. Como pueda y mientras pueda, porque si no puede lo va a tener muy crudo. Así pues, es natural que la defensa, y sus múltiples artes, sea la actividad primordial y fundamental de los seres vivos, también de los humanos, que han desarrollado buena parte de su cultura edificando fortificaciones defensivas, escudos, sistemas de defensa individuales y colectivos, fuerzas defensivas y blindajes. Hasta laberintos defensivos, además de bibliotecas enteras sobre artes de defensa, lo que claro está, ha llegado a provocar en nuestros días una enorme confusión acerca del término defensa.

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Salvo en ajedrez, donde la defensa Siciliana, la Coro-Kann o la defensa de la rata sirven efectivamente para defender, y poco más, mientras que en las variadas artes marciales, karate, aikido, judo, boxeo o el ahora célebre Krav Magá hebreo que ha puesto de moda las Fuerzas de Defensa y Seguridad israelíes, ya no es tan fácil distinguir cuándo defienden y cuándo atacan. Los equipos de fútbol muy defensivos, por otra parte, suelen ser los que más estopa reparten, y a poco que se endurezca el partido, no dejan tobillo sano. El fútbol, además, hace tiempo que impuso el lema, mucho más antiguo (se remonta a «El arte de la guerra» de Sun Tzu, hace más de 2.500 años), de que la mejor defensa es un buen ataque, lo que acabó de confundir ambas cosas. Y eso sin mencionar el contrataque, que exige un gran virtuosismo defensivo para poder atacar. Se habrán fijado cómo se defienden el PP y Vox en el Congreso, y los brutales ataques que lanzan con toda clase de injurias. Cómo se defienden, los tíos.

El caso es que todos comprendemos que hay que defenderse, a la siciliana o como una rata, pero atacar no siempre está bien visto, y de ahí que cada nación tenga un Ministerio de Defensa, y no de Ataque, y unas Fuerzas de Defensa que ni en la Rusia de Putin son invasoras. Toda criatura viene a este mundo a defenderse, pero el concepto de defensa se ha dilatado tanto que ya abarca hasta las más atroces agresiones. No señalaremos a nadie, para qué. Dicen que se están defendiendo, y todos a callar. La última versión de las artes de defensa debe ser el exterminio.