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Aunque les parezca mentira, siempre fui una gran admiradora del mundo de la mecánica, por algo nací en lo alto del taller de mi padre que con el permiso de ustedes, y sin fanfarronería alguna, les explicaré que en aquel tiempo fue de los más acreditados por ser un pionero de los motores marinos que tan difíciles fue que se incorporaran en el mundo de los pescadores. A finales de los años 20 del pasado siglo se les conocía per motorets de senyors no se concebían en el mundo laboral, digo pescadores, mariscadores, bèrguins, lo suyo se consideraba ir al remo, pausado, romántico, mas el tiempo nos ha demostrado a todos se puede hacer una declaración de amor bajo la luz de la luna en una cabina de un llaüt.

O como siempre escuché de  una pareja de novios vecinos de mi familia se casaron a las siete de la mañana en la iglesia del Carmen, finalizado el desayuno familiar, prepararon la cesta partiendo hacia la barca dirigiéndose a Cala Taulera, para celebrar su primer día de bodas, incluida la noche. Al día siguiente se convirtió en «un disbarat mai vist» pregonado en panaderías, lecherías, barberías, peluquerías no; en aquel tiempo tan solo existía una en la calle de San Fernando.

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Lo cierto es y es bien sabido que los mecánicos de motores procedían de chóferes, que se tuvieron que espabilar al quedar parados casi cada kilómetro por alguna tontería, en ocasiones no tan banal, roturas de cigüeñal, rompeduras de la junta de culata quedando el motor enfarrinxat. O quedando parados por falta de carburante. Añado cierta ocurrencia de Gori en un desfile de carnaval en plena calle nueva de Mahón. Conducía el automóvil de D. Agustín Valls, prestigioso farmacéutico, cuando quedó parado, es motor va dir prou, aquel joven intrépido pidió una botella del famoso Gin Fornero al dueño des cotxo, parado frente a su establecimiento, llenándo con ella el depósito, con gran algarabía del público que se hallaba en las aceras, ofreciéndole calurosos aplausos, noticia que fue conocida de levante al poniente menorquín. Mi padre solía añadir que fue sorprendente el motor se puso en marcha a la primera vuelta de manivela, que era la manera del encendido del motor.

He llegado hasta aquí sin hablar de la primera mujer que realizó la primera ruta en coche tan solo acompañada de sus dos hijos, ella Bertha Ringer Benz, nacida en el ducado de Baden de familia noble y acaudalada, lo hizo a la chita callando, ni tan siquiera se enteró su esposo, fabricante de motores Karl Benz. Con el capital de la mujer, aquel mejoró el taller. No debo olvidar las peripecias que tuvo que solventar ante toda clase de anomalías en el trayecto, mas era bien conocida por su afición a la mecánica. Fue la primera mujer, muchos años después que otras intentaron, algunas lo lograron incorporarse a una faena denominado de hombres. Desde esta columna pido permiso a mi director des Diari MENORCA, para poder dedicar la próxima columna a la fundadora de la marca Mercedes Benz.