TW

Es curioso. Estamos acostumbrados a que las desgracias las sufran otros, a que los desastres nos pillen lejos y las consecuencias sean más bien emocionales por empatía y que nos duren poco. Que sean efímeras. Porque siempre, o casi siempre, parece que lo que ves en la televisión no nos podría pasar a nosotros jamás y vivimos con una falsa sensación de seguridad que nos da la pantalla. Hasta que la desgracia llega y nos pilla por sorpresa por mucho que nos hayan avisado.

El desastre del jueves ha dejado claro por un lado que Menorca tiene problemas estructurales que nadie será capaz nunca de solucionar. Por otro, que estamos aquí de prestado y que nuestra existencia durará lo que la Naturaleza, el Cambio Climático o el presidente tarado de turno quiera. Por lo tanto, hay que ir con cuidado.

Desde estas líneas quiero enviar todo mi apoyo a los afectados y mi agradecimiento a las personas que ante el riesgo decidieron dar sus pasos hacia adelante para ayudar a los otros, en lugar de huir del peligro. De tanto en tanto viene bien recordar que algunos servicios son esenciales y prioritarios no tanto por el número de veces que actúan sino por las consecuencias que se evitan cuando lo hacen.

Parece mentira como de un rato de lluvia de agosto que buena falta hacía se llegara a una situación que iba creciendo por momentos y cuyas consecuencias eran imposibles de prever. Pero creo que Menorca y los menorquines, especialmente los afectados, se recuperarán porque somos gente fuerte. Hay una frase que me encanta que dice «puedes arrancar una flor pero no puedes detener la Primavera» y en eso estamos, en lo de resarcirnos.

Esperemos que los que mandan tengan a bien declarar las zonas afectadas como catastróficas para poder ofrecer a los afectados compensaciones y ayudas para intentar recuperar la normalidad lo antes posible. Por si acaso, viendo como está el panorama, yo haría la solicitud en catalán ya que parece que te hacen más caso y que te dan más cosas.

Pero, aunque cueste creer, todo lo malo tiene su punto bueno. Lo que nos ha pasado nos tiene que servir para ser conscientes de nuestra fragilidad y de la fragilidad de nuestras cosas, no podemos dar nada por sentado ni obviar avisos de peligro, por muy excesivos que nos parezcan. Yo pensaba que esta DANA acabaría en poco menos que nada. Más que por nosotros mismos, por aquellas personas que nos importan.

Si somos capaces de sacarle un punto positivo, por minúsculo que sea, cualquier catástrofe o mala noticia, habrá tenido un mínimo de sentido. Y no caerá en un saco roto.