El refrán (sin el no) posiblemente se refiere a que no acumules cosas que no necesitas y deja que los demás también tengan acceso. Pero en el tema del agua, creo que todos sabemos ya que no se puede desperdiciar, no se puede dejar correr con el grifo abierto, ni perder por las fugas, ni malgastarla en piscinas o riegos de jardín, por poner algunos ejemplos.
La sobreexplotación de los pozos de Ciutadella, que investiga la Guardia Civil, ha despertado una cierta alarma y, de momento, ha servido para recordar a las administraciones la responsabilidad que tienen en la adopción de medidas concretas, de inversión en mejores infraestructuras, de mayor control de las extracciones. Ante el riesgo de que lleguemos a una situación crítica con el agua potable, de momento miramos hacia otro lado. Abrimos el grifo y sale agua y pensamos, «esto, como lo del cambio climático, no hay para tanto». Insensatos, como diría Gandalf el Gris.
Aunque ahora el Consell y el Govern se han fijado la mejora del ciclo del agua como una prioridad, la verdad es que los avances son mínimos por la importancia del problema.
Estamos más preocupados por vender la foto de nuestro «modelo sostenible» que no vemos más allá. Un ejemplo para remover algunas conciencias. Benidorm, la urbanización turística de los rascacielos, donde en verano residen 74.588 personas, esa a la que nunca nos gustaría parecernos, en 25 años su población ha crecido un 25 por ciento y su consumo de agua ha bajado un 18 por ciento. No es un milagro. Es el fruto de un buena gestión de las administraciones y los empresarios. La red tiene una eficiencia del 96 por ciento, veinte puntos más que la media nacional. Se han invertido 22,5 millones en los últimos 7 años en la mejora de la red. Los 140 hoteles aplican medidas. Una de ellas, que puede parecer anecdótica, es poner medidores en las duchas para que los clientes sepan cuánta agua consumen. Parece evidente que la tarea pendiente es enorme.