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De crisis en crisis, Vox ha vuelto a poner la estabilidad del Govern en un brete. Es probable que al final Marga Prohens salga fortalecida, con más perspectiva de estabilidad y sin las dependencias que tiene con Vox y que han marcado el debate del primer año de legislatura.

Si el presidente Le Senne es finalmente imputado por la Justicia por su acción en el debate sobre la Memoria Histórica al romper una fotografía de Aurora Picornell, aunque diga que no, es muy complicado que mantenga la presidencia del Parlament. Sobre todo después de que el líder nacional, Santiago Abascal, haya ordenado romper los acuerdos. Lo hace por estrategia electoral, exprimiendo el discurso xenófobo sobre los menores inmigrantes.

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Pero en Balears, Vox ha provocado una crisis en cada casilla de su particular juego de la oca. Ya están llegando al final del recorrido. Es difícil soportar por mucho tiempo tanto desgaste. La crisis que queda por hacer es la que puede provocar la división definitiva del grupo parlamentario de Vox y, quizás de rebote, dar la estabilidad al Govern de Prohens. La presidenta sabe que cuenta con el apoyo de los diputados no adscritos Llorenç Córdoba de Formentera y Xisco Cardona de Menorca. Si los tres críticos, que han jugado a ahora me voy ahora me quedo, finalmente salen del partido o son expulsados, algo antes probable y ahora más complicado, Prohens puede gestionar un apoyo externo sin depender de las siglas de otro partido. Una situación probablemente más cómoda que la de su primer año de gestión.

Si la presidenta estabiliza la barca del Govern y la navegación es algo más plácida, puede plantearse la crisis de gobierno que podría necesitar a mitad de la legislatura. Dos o tres consellerias apuntan a un cambio, aunque todo dependerá de cómo arranque el curso después del verano.

Mientras Vox juega a la oca, la presidenta analiza sus cartas y prepara las próximas jugadas.