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El cuadro, que luego nos orientó hacia una preciosa aria, representa a Judit acorde el pasaje bíblico [Libro de Judit, 13] sosteniendo la espada en su mano derecha y apoyando su izquierda sobre la cabeza vencida de Holofernes, según la reproducción expuesta en la Mezquita-Catedral de Córdoba. La tela, explicó nuestra guía, es posiblemente una copia anónima [?] de la versión del pintor barroco español Juan Carreño [siglo XVII] que, asimismo, es copia del original debido a Guido Reni, importante pintor italiano, influido por la Antigüedad clásica, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII.   Así concluyó su primera exposición nuestra mentora cordobesa.

Judit y Holofernes. Catedral de Córdoba | Dolors Petrus

Acto seguido, celular en mano y con proporcionado volumen, endulzándonos el momento, dejó que oyéramos la nana [?], que canta el personaje de Nutrice, cuando advierte a Holofernes que el amor es más fuerte que la muerte, titulado: «¡Dormi, o fulmine di guerra!» [¡Duerme, rayo de guerra!]. La sibila pretende, continuó la guía, que el general asirio se duerma antes de ser decapitado por Judit y lo arrulla con esa ‘canción de cuna’, a la vez que reflexión reconciliadora, e intenta que el combativo guerrero se abandone, como un niño aletargado, en el regazo de su nodriza.

El tiempo de espera para el desenlace final queda suspendido con esta maravillosa obra maestra, cuya composición se debe al músico siciliano Alessandro Scarlatti (1660-1725). Canto para la paz, que intenta sosegar a los jinetes apocalípticos inagotables, rayos actuales que no cesan... Júzguenlo ustedes, a modo de ejemplo, con la interpretación de Philippe Jaroussky y el conjunto Artaserse.