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Las curiosamente llamadas ‘fuerzas progresistas’ menorquinas viven tiempos de excitación. Aunque esa específica descripción ya pretenda imponer de inicio una posición de superioridad, algunos la plastifican imaginándola como batallones de aguerridos soldados subvencionados hasta los dientes, avanzando en posición de combate al modo romano y dispuestos al choque contra ‘the enemy’ de la fachosfera.

Otro sí: uno entiende que progresar significa mejorar, superarse, alejarse de la pobreza, tender a la mejora como norma de vida, etc. etc., por lo que a uno le asalta aquella duda tan humana de ¿por qué le llaman amor si quieren decir sexo? Porque conociendo lo conocido, muchos consideran a esas grandilocuentes ‘fuerzas progresistas’ como el tumulto político más sectario y decadente del hábitat de la isla.   

Y resulta que ahora están en modo pajarito porque trinan como tales: la derecha se ha atrevido, al fin (¡loado sea el Señor!), a dar un tímido pasito, eliminando entrebancs en la tramitación y autorización de las licencias de obras. Así, esas ‘fuerzas progresistas’, en su voluntarismo iliberal y en su encorsetamiento totalitario, han desatado todos los truenos y relámpagos que almacenaban desde que perdieron el poder después de 8 años de fino ‘progresismo’ lamentablemente no indultado por el pueblo. Bye, bye Miss American Pie... drinking whisky and rye.     

Muchos creen que en Menorca lo progresista no ayuda a vivir mejor a la gente sino que solo mejora la vida de su nomenklatura mientras dificulta la de los demás. Para asentar sus obsesiones cambian los conceptos elementales de lo que significa progresar y lo camuflan en su particular decálogo vital, a saber:

1- La carretera general no puede mejorarse ni desdoblarse. Debe continuar siendo peligrosa e insensata.   

2- Conceder una licencia de obras en breve tiempo es un ataque inhumano a nuestra isla. Contrariamente la tramitación debe alargarse todo lo imposible que se pueda con el benéfico fin de desanimar a quien pretenda levantar una simple pared seca.

3- Deben amontonarse, coleccionarse y confundirse los planes de desarrollo tipo PTI y similares argucias para garantizar que la isla se mantenga al gusto de quienes pretenden continuar viviendo en su particular siglo XIII.

4- En modo alguno se pondrá en duda que el ‘barceloní’ es el idioma únicooooo de la isla. En su día lo dijo un químico catalán que estaba como una fabra y el mallorquín Conrado que pasó un fin de semana en Menorca para aclararse consigo mismo con la mala fortuna de que una tramontanada mental le desquició.       

5- Hay que injertar en la mentalidad de la isla que estamos masificados y a punto de colapsar aunque no sepamos de qué porque Menorca es una de las islas menos pobladas del Mediterráneo. Por cierto, quien lo sabe me asegura que doblará su población en quince/veinte años. Seremos ‘Més’.

6- Hay que lavar el cerebro del votante para aterrorizarle ante la catástrofe ecológico-apocalíptica que los apóstoles locales, esos anacoretas del clima, anuncian como inminente.   

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7- Opción 1: ¿Pero, no ven que no tenemos agua ni para ducharnos? ¿No lo ven? Opción 2: ¿No ven que los ayuntamientos la tiran mediante el ingenioso invento de las fugas consentidas? ¿No ven que sobra?

8- Hay que proclamar urbi et orbe la intrínseca maldad del turismo y especialmente la de los cruceros que no nos dejan ‘fer un bec’ por las tardes cuando nos coge ‘es xubec’.

9- Los ayuntamientos deben velar por mantener la carencia de suelo para construir viviendas. Eso es esencial para joder convenientemente la vida a los jóvenes. Y hay que ser implacable con las humildes construcciones en el campo cuya construcción las ‘fuerzas progresistas’ han permitido durante todos sus años de mandato.

10- Los topónimos de la isla deben renunciar a su historia y deben camelarse bajo los efluvios del químico del Eixample antes citado y de sus fans de la UIB, esos forasteros culturales.   

Y así. En fin. El Blues es la transmisión de una pena. En la isla las ‘fuerzas progresistas’ han formado una banda de blues que desafina: ‘Fuerzas Progresistas’ Blues Band’. Progresismo, feliz utopía.

Notas:

1- Mi solidaridad con el buen periodista que es Miquel Tutzó. Una persona seria, honorable y honrada.   

2- Sigue el misterio en el GOB: mientras alardean de disponer de 1.600 asociados, no más de 12 asisten a sus Asambleas Victoriosas. ¿Dónde está Wally?

3- Movimientos sentimentales en la jet mahonesa.

4- Me preguntan cuándo se permitirá en Menorca un colegio que enseñe en inglés. Contesto que si no dejan enseñar en español, ¿cómo van a permitirlo en inglés? Pero llegará el día de la libertad. Sin duda. Llegará. (Escribo esta nota el 6 de junio, aniversario del Desembarco de Normandía que liberó Europa).

5-  Estoy hasta el moño de que un impresentable me escriba cartas.