En este mundo alcoholizado en que vivimos, es difícil pensar, meditar, ver con claridad, entender qué pasa… mediante un análisis fino y sosegado. Para algunos todo es papel, sea de váter o de lija. Pero a la hora de la verdad, no es lo mismo. La verdad y la mentira están tan entremezcladas, que separarlas resulta más difícil que romper el pacto Frankenstein.
Ya conocemos el resultado de unas nuevas elecciones. Enhorabuena al PSC liderado por Salvador Illa. Según sus primeras declaraciones tras la victoria, se abre una nueva etapa donde intentará gobernar para todos y todas, o sea, para todos sin distinción ni discriminaciones. Suena bastante constitucional. Aunque las declaraciones hoy en día solo son una declaración… de intenciones. Luego priman los intereses.
Imaginen un cóctel. Uno que ha ganado puede no gobernar si no consigue apoyos suficientes de los que han perdido, pero dan apoyo a otro que ha perdido pero gobierna gracias a ellos. Metan en la coctelera lo que han votado los que han votado (42% de abstención) y agiten enérgicamente con hielo y alcohol. Intenten beberlo de un trago o a sorbitos. Ya me dirán.
A partir de ahora, abriremos el foco para abarcar Europa, su unión y sus penalidades. Seguiremos en campaña de polarización permanente.
Aperol Spritz, Pisco Sour, Negroni, Manhattan… son combinados famosos. Pero podemos inventar el Catalagin o el Eurovodka, que pegan muy fuerte.
Todo menos hacernos el Daiquiri.