Muchos ciudadanos con filiaciones partidistas saben a quién van a votar casi desde que han nacido, porque para ellos el partido -al estilo de la antigua Unión Soviética o la China de Mao- lo es todo, su refugio, su destino, la razón de su existencia, al margen de los bandazos que dé. Quizá por tradición familiar o porque, simplemente, son estómagos agradecidos, deben su absoluta lealtad a unas siglas. Para ellos no están hechas las campañas electorales, a menos que lo que deseen sea participar en uno de esos baños de masas -cada vez más menguantes- que el sagrado líder de turno organiza para ensalzar sus supuestos valores. Para el resto, la campaña debería servir para conocer el programa de este o aquel grupo político. En cuestiones de interés general, como la sanidad, educación, pensiones, defensa, política exterior y, sobre todo, economía.
El rayo verde
Campaña
05/05/24 4:00
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