A lo largo y a lo ancho de nuestra casta política no hemos parado de ver cómo algunos de ellos se han enriquecido hasta lo obsceno. Otros, que sin ser políticos se han servido de ellos, también han amasado una fortuna. Son los que gracias a su relación con algún político de primera fila han aprovechado su momento, caso presumiblemente del tal Koldo que en su DNI debe de figurar la frase «que dios nos ponga donde haya». No creo que dios, pero de lo que no hay duda es que quien lo puso fue un tal José Luis Ábalos. ¡Menudo asesor te buscaste! Un presunto chorizo sin escrúpulos aficionado a las armas y «coleccionista de móviles». Con la dignidad convertida en un albañal (lo digo presuntamente) porque no vaya a ser que un fiscal o un juez diga que el presunto chorizo andaba un poco estrábico a la hora de mirar el camino de la dignidad pero que por lo demás es tan inocente como un recién nacido; esa sí que sería buena después de mandar a Ábalos que haga más triste su figura en un sillón del grupo mixto. ¿Por qué esa fiebre desatada de tanto asesor a dedo? ¿Quiénes son? ¿Qué ciencia obtusa atesoran para ser asesores? ¿Cuántos asesores puede tener un político? ¿Qué dinero se les paga? ¿Quién les paga? Pero sobre todo esa nebulosa de saber que al político que se equivoca lo suelen eliminar las urnas. ¿Al asesor quién le castiga?
Així mateix
Cómo hacerse rico con una pandemia
16/03/24 4:00
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