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5-I-24 viernes

Acompaño a mi nieta primogénita a comprar unos productos cosméticos en una tienda que, para ella, da nombre a la calle. Ni rastro, en su léxico, de Carrer Nou, Ravaleta o Costa de sa Plaça, tampoco veo caras conocidas, con excepción de una amiga ciudadelana muy viajera. Es un local amplio y profundo, supongo que se trata de una franquicia más, que nada tiene que ver con los comercios de antaño, cercanos, familiares. Mientras Inés busca sus cosas tengo la extraña sensación de no estar en casa, como si el último viaje aún no hubiera concluido o, peor aún, de pertenecer a un mundo en vías de extinción, aquel que Stefan Zweig definiera como «El mundo de ayer»…

6-I-24 sábado

Día de Reyes emeritísimos. Inevitable nostalgia de tiempos infantiles. Salgo como todos los fines de semana a por mi periódico de papel. Embotellamiento en Es Castell. A lo lejos, tras la fila de coches des Carrer Gran, veo coronas y luengas barbas.    Oh, cielos, murmuro con sentido deportivo, ¡Los Reyes Magos!, ¿qué narices hacen en la calle cuando a sus años deberían estar descansando de su agitada noche? Encuentro una salvadora plaza de aparcamiento que me permite llegar andando a la panadería, donde una empleada se queja amargamente de que «la gente normal» esté a estas horas jugando con sus hijos y ella lleva desde la madrugada amasando pan. Tampoco hay periódicos en Es Carrer Gran (las emblemáticas hermanas Serra también tienen niños en la familia), y empiezo un infructuoso periplo por otras librerías de Mahón. Finalmente me rindo y adquiero el periódico ¡en una gasolinera!, vade retro, Satanás. Total, se me ha hecho tarde y mi cohorte de nietas debe de estar a punto de llegar a casa de los avis...     

7-I-24 domingo

Extrañeza general de nietas y sobrinos ante mi perplejidad cuando les digo que es la primera vez en mi vida que escucho el «cumpleaños feliz» en mi honor. La concurrencia de gente joven no puede entender esa incalificable carencia y, es natural, ellos no han nacido el día siguiente de las megafiestas navideñas y no conocen el discreto desencanto de ser no solo baby boomer (fruto de la explosión de natalidad después de la Segunda Guerra Mundial), sino también onomásticamente castrati. En fin.

9-I-24 martes

Fiesta sorpresa para Lázaro Alcaide, uno de los grandes de la restauración menorquina que se jubila en loor de multitud. Sus clientes y/o amigos nos concentramos  en el hotel Port-Mahón y, mientras saboreamos un delicioso lunch, rememoro imágenes de mi relación con él a lo largo de las décadas, tantos buenos ratos y suculentos manjares y, sobre todo, cierta ocasión en que, al detectarme camuflado en «El Cachito», el muy taimado cruzó el muelle para saludarme. Recuerdo sus palabras exactas, que se me quedaron clavadas en el alma: «Ahora las cosas vuelven a estar en su sitio». No era para menos: El Real Madrid acababa de ganar su enésima Copa de Europa. Pero, pese a su felonía, fui incapaz de dejar de apreciarle. Salud, Lázaro.

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11-I-24 jueves

- No es lo mismo ser sanchista que no ser antisanchista. Los no antisanchistas (que no necesariamente sanchistas, reitero) nos guarecemos como podemos de la permanente tormenta imperfecta, intentamos pasar inadvertidos, pero en tiempos de trincheras y fobias es casi imposible. Las dagas vuelan.

- Fobia: aversión exagerada a alguien o algo (¿Perro Sanxe?)

- Osadía: Atrevimiento, resolución. La legislatura de Pedro Sánchez con Iglesias and others fue una osadía política que salió razonablemente bien dadas las circunstancias (pandemia, guerra, crisis económica galopante, oposición desaforada...). La actual es, más propiamente, una temeridad de incierto resultado.

- Temeridad: Dicho o cosa excesivamente imprudente, arrostrando peligros. Por ejemplo, la esperpéntica negociación sobre inmigración.

- Frivolidad: superficialidad, trivialidad, intrascendencia... La política española la destila por todos sus poros.

17-I-24 miércoles

Conecto con la última entrada en el dietario: frivolidad, tanto en el Gobierno, con sus atrevimientos y sus fastuosos cambios de criterio, como en la oposición, enzarzada en una bronca permanente que no sé cómo pueden soportar sus propios actores. Debe de ser cansino y agobiante estar todo el día y todos los días encabronado, hurgando desmanes en los entresijos del Gobierno.

Frivolidad doméstica: la batallita por la denominación del día de hoy, Sant Antoni.    Día / Diada, me tiene sin cuidado, aunque sí perplejo por la insuperable fobia de algunos a todo lo que pueda tener un aroma catalanista. Quina betzèrria!