Dicen esas benditas gentes que trabajan el oficio del vino que andamos sobrados de caldos y que no hay forma de colocar estos en los mercados. Esta noticia ha saltado como un fracaso del sector vitivinícola y puede que no sea del todo falsa la afirmación que asegura que no sabemos qué hacer con los miles de barriles de vino que nos sobran.
Dicen, pero yo lo tomo con todas las reservas porque me barrunto que no es cierto, que en cierta ocasión el Reino Unido no se hizo cargo del vino que tenía apalabrado y los bodegueros andaluces se vieron de la noche a la mañana desbordados por un stock insoportable comercialmente hablando.
Una saturación de buenos vinos estaba arruinando la ley de la oferta y la demanda. Ya son ustedes sabedores que cuando la oferta es muy superior a una demanda reducida el siguiente paso es rebajar los precios, incluso a extremos que no hacen para el caso rentable la vendimia y posteriores trabajos del bodeguero para elaborar el vino. Eso pasa también en otros sectores, les pongo un ejemplo: si el payés no consigue vender a precios aceptables lo que produce se verá obligado a cambiar de oficio. De esta suerte es como van apareciendo cada vez más llocs abandonados convirtiéndose en imágenes delatoras de un modelo de vida sin futuro. Hoy son los viticultores los que están campeando el temporal del vino y en consecuencia todo lo concerniente a este sector. Lo digo con todas las reservas, cuando Reino Unido dejó el vino de Andalucía donde lo habían creado, a no pocos se les hizo muy presente que aquello era aun peor que la filoxera (insecto parecido al pulgón que destruye sistemáticamente los viñedos), pero según dicen que apreció por allí un experto en la técnica de conseguir coñac y aconsejó a los bodegueros andaluces que hicieran coñac y bendita la hora que los bodegueros jerezanos se pusieron manos a la obra si bien ya les anticipo que por la documentación que obra en mi poder el brandy se creó antes que el coñac, pero de esto ya les hablaré en un próximo capítulo.
Ustedes ya saben que los vinos jerezanos provienen de las variedades palomino de Jerez, palomino fino, Pedro Ximenez y moscatel. Vinos que se crían en botas de roble por el procedimiento andaluz de «criaderas» y «soleras» entre los ríos Guadalete y Guadalquivir enmarcados por el triángulo de Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, lugar del que guardo inmejorables recuerdos. Cuántos días he matado la tarde a la puesta de sol por sus incomparables «tierras blancas» que por la zona llaman «albarizas». Der aquel conjunto de vinos que los jerezanos no sabían qué hacer, se crearon lo que para mí son algunos de los grandes brandys que yo he probado. Aunque algunos dicen que existe una ley que a mí se me antoja precipitada por la cual tenemos que nombrar como brandy a los destilados jerezanos de Sanlúcar y del Puerto de Santa María, para mi gusto perfectamente capaces para hablarles de tú a los coñacs franceses.
En puridad podemos decir que tenemos tres tipos de coñacs, ciertamente cada uno con su personalidad propia: brandy de Jerez, cognac francés y armagnac, también francés. Si los bodegueros españoles quisieran equilibrar el stock sobrante de vino, deberían proceder en primer lugar a separar el tipo de uva empleada porque en los grandes coñacs se emplea una uva muy especial para finalmente destilar el vino en alambique de cobre y acabar haciendo espléndidos brandys, por seguir sin llamarlos cognac. Si se pretende valorar un armagnac con personalidad andaluza capaz para superar el fielato de sumilleres, mixólogos y enólogos, la tarea ya les digo yo que no va a ser sencilla, pero de lograrse estaríamos ante unos productos que corregirían el stock sobrante de vino aclarando que no todo vino es aconsejable para destilar y convertirlo en brandy, cognac o armagnac, pero es peor saturar el mercado y tener que bajar los precios. Hay otras posibilidades si el caldo sobrante es de alta calidad, capaz para ser destinado a formar parte de los buenos vinos de reserva. Tampoco por eso pretendiendo llegar a grandes reservas.
Aunque es una técnica difícil, puede probarse y hacerse un coupage. La palabra coupage es francesa. El jerez y el champán en manos expertas logran magníficos coupages. Es una idea que dejo ahí.