- Sí, dígame queridiño.
- Buenos días en esta jornada de reflexión y calor sofocante. Espero que la campaña no la haya agotado en demasía, últimamente la veía con ojeras, como el Tadej Pogacar en la col de la Loze.
- Fuhh, todo el día para arriba y para abajo, como los pobres ciclistas del Tour, una no llega a saber donde se encuentra. Nosotros pidiendo reducir la jornada de trabajo y trabajando como locos todo el día. Es incongruente, ¿no? No podemos ser felices así. Hay que disponer de tiempo para poderlo perder. Como a los conductores, nos tendrían que poner un tacógrafo y no permitirnos jornadas tan largas, que al final no sabemos lo que decimos. Bueno, mi paisano sí que lo sabía, pero no le importaba que fuesen falsedades, afirmaciones sobre datos falsos, mentiras o inexactitudes, según quien lo diga. En política ya lo sabe, todo es según quien lo diga. Por cierto, ¿quién me llama? No reconozco su voz, aunque me suena catalán raro.
- Soy un viejo columnista menorquín que aún no domina la aritmética. Pero, dejémoslo estar, que hoy no podemos hablar de política, no sea que se nos cuele una recomendación de voto y ya veo a la justicia buscándole las cosquillas a nuestro editor y redactor necrológico. Hoy, los candidatos tienen que ser comedidos. Hoy, a la playa, a cuidar el huerto, a dar un paseo con la familia, a hacer la compra, a simular una lectura de verano, a ver la penúltima etapa del Tour de Francia, a velar las armas como los reyes de Shakespeare, vamos. Sea cual sea el resultado, ya le digo que es un usted una persona muy simpática, muy cercana, aunque le veo un defecto: es demasiado cercana.
- ¡Y eso, cariño!
- Se lo diré con franqueza: la veo muy besucona y tiene que comprender que a no todos nos gusta que nos besen. Supongo que tiene que ver con el derecho a la intimidad. Sin ir más lejos, estaba yo en Barcelona por Sant Jordi y la veo que se acerca con Ada Colau a la gente que estábamos en el stand del Viejo Topo. No sé si se dio cuenta que me escabullí. La vi acercarse con paso firme, brazos abiertos, sonrisa en ristre, besos a punto, directa hacia mí y me temí lo peor. Así que me escapé. A mis amigos les complació su cariño. Ya ve, no hay nadie igual.
- Riquiño, a los españoles hay que darles mucho cariño y afecto, otros que siempre esbardallan prefieren mentirles, pero yo pienso que es mejor practicar más el amor, en el sentido metafísico del concepto. Amor al prójimo, amor a los de tu clase, amor a los que sufren, amor al desvalido, como decía Jesucristo. Contemple el mundo, queridiño: una crisis climática que nadie sabe a dónde nos llevará y que aún algunos niegan; una crisis sanitaria y la humanidad a merced de virus y bacterias; una crisis war, con el mundo nuevamente en guerra y la reedición de la absurda política de bloques; una crisis económica con el control mercantil de los alimentos más indispensables, con la inflación desbocada que enriquece a los ricos, con los procesos de privatización del agua; una crisis de legitimidad con la mentira como base del debate ideológico y la amenaza del uso torticero de la inteligencia artificial. ¿Qué podemos hacer ante esto? La izquierda es esa gente que está preocupada, que vive preocupada por el mundo, que transmite preocupación porque sabe que es en las crisis cuando reaccionamos colectivamente. La derecha, en cambio, trasmite despreocupación, a vivir que son cuatro días, y ya veremos los que vengan después, es la teoría de la cerveza de Díaz Ayuso: el cambio climático es natural y como ha llegado se irá; la guerra es natural y hay que rearmarse continuamente; el mercado libre es el que puede regular la marcha del mundo; siempre ha habido diferencias y desigualdades, el mundo es así; la mentira no es mentira, en todo caso inexactitud. Usted no se preocupe por nada, nosotros ya nos preocupamos por usted. Denos su voto y siga viendo la televisión donde nuestros jefes le entretienen. ¿Lo entiende, mi querido amigo? Claro que lo entiende. Ahí están ustedes con su isla. Hacen una ley de Reserva de Biosfera para evitar que acabe definitivamente como Mallorca o Eivissa, salvando lo poco que ya se puede salvar, y gana PP-Vox y lo primero que dicen es que cambiarán la ley para permitir el negocio y las actividades de ocio en espacios ahora protegidos. Está claro, ¿no? Perdona, querido, pero aún estoy con la embalada de la campaña electoral y me acaloro. Bueno, le dejo, que he de ir a planchar.
- Sí, me encantó que dijera lo mucho que plancha. A mí me pasa lo mismo. Planchar también me relaja. Cierro puerta y ventanas del lavadero, me aíslo, pongo un disco de James Faraway y a planchar. Aquella humedad, el vapor del agua, se crea un microclima en el que me pierdo. Es así que se me ocurren estos buñuelos a los que Josep da el nombre de artículos. A ver si un día nos vemos y planchamos un rato juntos.
- A ver, nunca se sabe. Mientras tanto, créame, más besos y menos rollos filosóficos. Cuatro objetivos claros y menos especulación ideológica de boquilla. La vida no es corta, la vida es larguísima porque continuará en nuestros hijos para siempre. Yo fui scout y siempre me acordaré de lo que nos decía nuestro guía: hay que dejar el mundo mejor de como nos lo han dejado a nosotros. Esto tendría que ser suficiente. Ese mundo mejor nos tendría que movilizar. Por cierto, ya reparé en ti en Barcelona y en cómo te escabulliste, no creas que eres el único. Llevo mis besos guardados en el bolsillo.