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Queridos candidatos. Se acerca ese momento tan temido por unos como anhelado por otros. En general, deseo suerte (algunos la van a necesitar).

Personas sensatas de perfil moderado y cabal me aseguran que en la política (nivel nacional) son contadísimos (esporádicos, se podría decir) los casos de ineptitud, corrupción, engaño, traición, promesas incumplidas o despilfarro, pero en mi flora intestinal anida una bacteria maligna que me hace incrédulo, manteniéndome en estado de desafección respecto a los amados líderes (igual es incurable ya); no obstante, en esta epístola voy de buen rollo, no les incluyo a ustedes (políticos locales, con los que me cruzo por las calles de Mahón) en el lodazal general, ya que si no están medrando en las altas esferas, donde se cuece la pasta gansa, las puñaladas traperas, los preparativos previos e imprescindibles para que las puertas giratorias no chirríen cuando llegue su momento, es seguramente porque la ambición no está por encima de la dignidad y la decencia en su personal escala de valores. Me limito pues, desde el respeto que les tengo, a comentarles algunas inquietudes que me rondan la cabeza.

Empezaré por una noticia leída hace poco en este diario: «Personas mayores y con difícil acceso a Internet, los discriminados en los vales del Consell». Vamos a ver, organización! El mismo día que salió la noticia de la implementación de esos vales, en la barra del local que regento, un pequeño grupo, no de premios Nobel en economía o ciencias sociales, sino un panadero, una camarera, el repartidor de butano y el tabernero que les narra esta escena convinimos en lo inoportuno de no incluir criterios de nivel de renta en esas ayudas. Si esto lo comprende todo el mundo, ¿cómo es posible que el grueso de políticos que trajinan en el ámbito de competencia de esta medida absurda no dijeran ni Pamplona al respecto? Con esto quisiera señalar que a quienes sufragamos éstos festejos no nos agrada que se compren votos con nuestro dinero. Este razonamiento vale también para el tema de las subvenciones en general, capítulo de los presupuestos generales (de Ayuntamientos, Comunidades, Estados), que suele ser difícil de individuar por los ciudadanos de a pie, ya que sus partidas andan difuminadas aquí y allá en capítulos parcialmente encriptados para los no iniciados: habría que dedicar horas para descubrir en el PDF de los gastos quién y por qué está subvencionado (por no hablar de la posibilidad cierta de que nadie controle que el agraciado por la subvención cumpla su parte del trato).

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Los sujetos con derecho a voto tenemos aprobado con nota un máster en promesas incumplidas, de manera que nada nos asusta. Les invito por tanto, queridos candidatos, a que al menos nos prometan que harán público (en formato cómodo de visitar) su plan de subvenciones, para que sepamos a qué atenernos antes de depositar nuestra papeleta. Otrosí: yo personalmente agradecería (con mi voto) a quien prometiera someter a referéndum la validación de la lista de los agraciados con ayudas públicas.

Otro pormenor que me preocupa es el número de políticos que tenemos que alimentar entre todos los contribuyentes. Me gustaría oír de algún candidato la promesa, aunque no la cumpla (acuérdense de nuestro máster) de que mirará de disminuir esa cifra tan abultada. Les confieso que tengo miedo a que mis nietos toquen, para poner a su cargo, a dos jubilados y un político por barba.

En otro orden de cosas: hoy leo que «El Consell de la Joventut de Menorca no se ha creado pese a haber gastado 47.000 €». Luego se aclara que esa pasta se ha gastado en informes, publicidad etc. Cuántos informes y publicidades sobre esto o aquello (el puerto se lleva la palma quizás), se han pagado a precios desorbitados para tirarlos a la basura años después de no haber hecho nada con ellos!

Queridos candidatos, por favor, que alguno de ustedes me prometa (aunque no planee cumplirlo) que va a dejar de dilapidar en chorradas la pasta que tanto nos cuesta ganar. Parecería que esa promesa no sirve para nada si luego no se cumple, pero nos gustaría tanto al menos escucharla...