El primer domingo de mayo celebramos el día de la madre. Junto con el oxígeno, el agua y la luz del sol, las madres son imprescindibles para la vida humana. Sin madre no tenemos ninguna posibilidad de venir al mundo. Sería inhumano. Nacer y morir son dos sucesos fundamentales que debemos proteger, pues todo es susceptible de degradación o corrupción, hasta lo más sagrado. Podemos morir solos, pero para nacer necesitamos a alguien. Todos tenemos una madre, incluso los más desmadrados, viles o desalmados.
Hoy hemos perdido de vista lo fundamental y nos entretenemos con todo tipo de chorradas, pero las cosas importantes son las que determinan el futuro de la humanidad y hay que cuidarlas si no queremos extinguirnos. Puede que ya estemos en decadencia y todavía no lo sepamos o que sigamos tocando mientras el «Titanic» se hunde.
De la preocupación por el control de natalidad hemos pasado a la preocupación por el bajo índice de natalidad; de la angustia por la superpoblación a la angustia por quién nos va a pagar la pensión. Con tan pocos, el sistema no se aguanta. Para no ser un país envejecido, debemos entender que cada madre es una pieza insustituible.
Todo empieza por el deseo o mútua atracción, ojalá que acompañado de amor y compromiso. Los hijos necesitan algo más que nacer. Tienen que crecer, aprender, madurar… Quien lo probó, lo sabe.
No hay misterio, gozo, maravilla y generosidad como el de una madre. ¡Bonito día!