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Se acumula el trabajo queridos lectores. Lo de Shakespeare y su «algo huele a podrido en Dinamarca» se ha quedado muy cortito. Ya sabemos que las instituciones están carcomidas de corrupción y mal rollo y dirigidas por tipos siniestros de los que no te puedes fiar ni un pelo. La cúpula eclesiástica enredando para que no se juzguen los miles de casos de abusos a menores que ha cometido. Los partidos políticos a su rollo de supervivencia caiga quien caiga. La justicia más lenta, más cara y más clasista que nunca. La monarquía, ay la monarquía, reyes actuando como siempre lo han hecho, es decir, robando a sus súbditos con premeditación y alevosía, que para eso ellos son hijos directos de su dios y los demás peones insignificantes. Y el periodismo, joder que lástima, el periodismo tocado de muerte porque se ha dejado infectar de sicarios de la información que ladran cuando sus amos les tiran de la correa.

Se decía que si alguien dice que llueve, y otro alguien dice que hace sol, el trabajo de un periodista no es creer a uno o a otro, sino que tiene que abrir la puñetera ventana para ver quién dice la verdad. Algo tan de perogrullo se fue a la mierda hace mucho tiempo, solo quedan pequeños oasis en medios chiquititos peleando contra viento y marea por su supervivencia. Estas son las cartas marcada que se reparten, ahora van y nos dicen que juguemos la partida, que el futuro está en nuestras manos, que son grandes defensores de las tradiciones y la libertad y blablablá. Flipante, debe ser libertad para tirar una cabra viva desde un campanario que era una ancestral tradición, y ya puestos, la de quemar mujeres en la hoguera porque se las acusaba de brujas era otra llamativa tradición que seguro no tardarán en recuperar.

Además no van de cara, no te sueltan lo que piensan con claridad, no verbalizan que creen, por ejemplo, que la homosexualidad es una enfermedad, que los gais, léase maricas, son un error de dios, y que con terapia de electroshock la van a curar, no, que va, te dicen que defienden la familia y el matrimonio tradicional, el de toda la vida y que en esa defensa ven gais satánicos que quieren acabar con ellos. Ya ven, cobardes lo son un rato.

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Tampoco te dicen que ellos saben que la vida de un rico vale más que la de un pobre, que ellos trabajan por y para los poderosos, y que hay personas de primera, de segunda, de tercera y purria humana, que va, no tienen el valor suficiente. En cambio te sueltan que el mercado se regula solo, que los ricos generan riqueza para todos, que se les debe mimar y malcriar para que no se mosqueen con nosotros porque sino la cosa será aún peor, y que les debemos llamar «amos» y «señoritos» por respeto, no por sumisión. Vamos que son campechanos, no explotadores.

Ni de coña te soltarán que odian a su país y a más de la mitad de las personas que viven en él, porque ellos tienen en su ADN el concepto de patria cortijo, patria posesión y al que no le guste lo que manda el amo a tomar por saco ya. Se envolverán en banderas muy grades para gritar a los cuatro vientos que son unos patriotas, y que lo hacen todo por su país. Ven, son abyectos nivel prime.

¿Resignación o resistencia? Que cada cual elija, pero ojo, citaré a Sartre para darle    un toque académico y pedante a toda esta verborrea: «ser libre no significa obtener lo que se desea, sino determinar por sí mismo lo que uno desea». Vamos, que el algoritmo no te marque el paso. Por si sirve propongo risas, amistad, lúpulo compartido y un feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com