Entre el alumbramiento de 28 torres y talayots el pasado mes de enero, como gesto solidario en favor del respeto a los derechos humanos, y el concurso para elegir el postre que mejor represente la Menorca Talayótica, el Consell habrá destinado 26.000 euros.
Fueron 12.471 para la organización de la quema de bengalas en los monumentos escogidos aquella tarde-noche del 15 de enero. El coste de la pirotecnia, el vídeo del acontecimiento, que además da visibilidad y promociona los monumentos, y la coordinación general, muy compleja, justificaron el gasto, indicó el conseller de Cultura Miquel Àngel Maria. A simple vista, sin embargo, parece un dispendio excesivo en relación al acto en sí mismo por complicada que pueda resultar su puesta en escena.
El concurso para la elaboración del mejor postre talayótico, anunciado por el Consell, junto a la Asociación Profesional de Panadería y Pastelería de PIME tendrá una dotación de 13.500 euros, de los que 5.000 irán para la propuesta ganadora, mientras que cada uno de los participantes -un máximo de 18 admitidos- se llevará 500 euros. Es un «dulce» estímulo para que los pasteleros de la Isla investiguen y agudicen su ingenio con el fin de elaborar un producto exportable y original que ayude a conocer la cultura talayótica en el marco del propósito definitivo que es la declaración de la Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial.
Comprobadas estas y otras iniciativas, hay dos consideraciones posibles. Cualquier iniciativa suma en positivo, y el Consell anda sobrado de presupuesto para ponerlas en marcha y premiar a las personas que las ejecutan. Nunca resultó más rentable para ellas encender bengalas una tarde en monumentos prehistóricos o elaborar un postre. Los mejores ingredientes están garantizados por mucho que haya aumentado el precio de los comestibles en el mercado.