La ‘agenda laicista' propugna que la Navidad ha de denominarse ‘fiestas de invierno' para desnaturalizar y negar tanto el origen como el significado del 25 de diciembre, la fecha más importante para el mundo católico.
Quienes proclaman que hemos pasado de una fiesta religiosa a una celebración laica en la que -algo admiten- se integran elementos de religiosidad popular pretenden hurtar y ocultar el sentido de la Navidad. Como explica el obispo Francesc Conesa en un luminoso artículo que publicamos hoy, aspiran a reinterpretarla y celebrarla como el solsticio de invierno. Propugnan, además, que el inicio de la Navidad no lo marca el calendario de Adviento, sino el Black Friday.
No es un fenómeno que haya surgido por generación espontánea, porque detrás hay esta ‘agenda laicista' que quiere eliminar la celebración pública de la navidad mediante la censura de la corrección política. De ahí el intento de eliminar los símbolos navideños como el belén para imponer elementos que carecen de inspiración cristiana como el ‘árbol', las guirnaldas, y la flor de Nochebuena (poinsettia), a los que no renunciamos, pero que no pueden sustituir el verdadero espíritu de la Navidad.
Numerosas parroquias, asociaciones, corales, entidades y familias ponen el Nacimiento, participan en los actos religiosos, ofrecen representaciones de ‘Els pastorets', y organizan recitales de villancicos en los que resuenan las notas alegres del ‘Adeste Fideles', ‘Fum, fum, fum', y el ‘Pastoret, d'on vens?'. Son días para expresar el compromiso con los más necesitados, con acciones solidarias y aportaciones que en Menorca gestionan Caritas parroquiales.
El sentido y el significado cristiano de la Navidad no es una anécdota. Y no se sostiene el intento de eliminar los símbolos religiosos y navideños de los espacios públicos con el pretexto de amparar a los no cristianos. Con esta ofensiva se vulneran los derechos constitucionales de millones de personas que quieren seguir celebrando la Navidad para conmemorar el nacimiento de Jesús.